Si la escasez y el desabastecimiento de bienes y servicios, se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para el nuevo Gobierno, no es menos cierto que en estos momentos lo que le está quitando el sueño, no solo al Ministro de Finanzas, al Ministro de Planificación, a la presidenta del Banco Central y al propio Jefe del Estado, es la escasez de divisas y el clamor constante de los distintos sectores de la producción que no encuentran cómo hacer para poder cumplir con sus obligaciones internacionales.
Ya entre el año 2011 y 2012, se produjo una reducción en la asignación de divisas a la empresa privada, superior al 30%, de acuerdo con las denuncias de los propios afectados, situación que se ha agudizado en este año 2013 aún cuando el precio del petróleo se ha mantenido por encima de los 100 $/Bl, pero los cuantiosos ingresos generados por la renta petrolera no se han reflejado aguas abajo, sino que han quedado entre Pdvsa, BCV y Fonden, instituciones a las que nadie controla y que hacen con los ingresos demagogia, financiar programas sociales, y atender los flujos de cajas de algunas instituciones del Estado, violentando de esta manera la normativa legal vigente.
El pasado 20 de junio, el saldo de las reservas internacionales de la República estaba en el orden de los US$ 25.606 millones; sin embargo, las reservas líquidas, apenas si alcanzan a los US$ 2.800 millones, lo que alcanza para finananciar sólo dos semanas de importaciones, quedando en evidencia que la situación del país es muy vulnerable y cualquier caída en los precios de los hidrocarburos, pudiera poner al alto gobierno venezolano a pegar carreras, ante la realidad de estar en presencia de una nueva época de las vacas flacas, donde ya no hay más recursos para derrochar.
Economistas venezolanos respetables, han comentado que a través de manipulaciones legales, el Gobierno le metió mano en forma directa a las reservas internacionales, y que esto ha permitido que en forma poco clara, se le hayan transferido al Fonden desde el momento de su creación algo así como US$ 104.000 millones, recursos que nadie sabe si existen, o qué se han destinado, pero lo único cierto es que todo lo que se dice sobre esta materia, no son más que simples especulaciones, pero nada concreto.
Hace una semana, el ministro para las Finanzas convocó a los medios de comunicación, a una conferencia de prensa, donde el objetivo principal era dar a conocer los resultados alcanzados durante las “mesas técnicas” entre el Gobierno y la empresa privada; sin embargo, ante las continuas denuncias de muchos empresarios que han denunciado que hasta los momentos no han recibido las divisas ofrecidas; los señalamientos de Fedecámaras advirtiendo que los sectores productivos apenas han recibido un 10% de sus necesidades y ante la realidad de que el problema del desabastecimiento persiste, en algunas regiones se ha agudizado, todo lo cual ha contribuido a que en mayo la inflación haya superado el 6,1%, para una inflación acumulada en los cinco primeros meses del año de 19,4%, la presentación de los resultados se difirió hasta nuevo aviso.
Para colmo de males, en estos momentos cuando el país tiene la necesidad de recursos, necesita endeudarse, para resolver los problemas de flujo de cada internos que tiene, la calificadora internacional Standar´s & Poor´s anuncia su decisión de bajar el lunes pasado la calificación soberana de Venezuela en moneda extranjera a desde B+ a B., constituye un duro golpe a estas pretensiones, porque con esta decisión aumenta le percepción de riesgo país de la Nación en los mercados internacionales, de manera que cualquier nueva emisión que decida realizar el Ejecutivo para obtener recursos, para poder colocarla tendrá que ofrecer intereses elevados, y esto no es lo que más le conviene a la República.
La realidad se impone
Pero además de estos escenarios poco alentadores, las noticias que llegan a través de las agencias internacionales, en torno a cómo están viendo a Venezuela los agentes financieros y los inversionistas, no son las más alentadoras, ya que buena parte de los proveedores han suspendido sus líneas de crédito a la espera de que Cadivi proceda a la aprobación y liquidación de las divisas que adeuda, que solamente al sector de la manufactura supera los US$ 8.000 millones; solo con la industria Química y Petroquímica la deuda está en el orden de los US$ 500 millones y el sector advierte que requiere de por los menos US$ 1.000 millones al año para operar eficientemente; el sector de importadores de autopartes también requiere de divisas por montos que superan ampliamente los 1.200 millones y más recientemente la pequeña y mediana industria advierte que para garantizar su operatividad requiere de US$ 1.200 millones al año.
Las cifras dadas a conocer el jueves pasado por una conocida firma internacional, advierten que la oferta de dólares a la empresa privada se reducirá este año en 6,1 millardos; asimismo advierte que la República tiene activos por US$ 57,8 millardos depositados en varios fondos; sin embargo, no toma en cuenta las obligaciones pendientes que tiene el Estado con distintos sectores de la empresa privada, no solamente por concepto de solicitudes hechas este año, sino en los años 2011 y 2012, ya que Conindustria acaba de denunciar que las demoras para la aprobación y liquidación de divisas en Cadivi superan en promedio los 208 días; asimismo se ha cuantificado que el total de estas obligaciones con los distintos sectores de la producción superan los US$ 53.000 millones.
