Nuevas protestas callejeras tenían lugar el sábado en Brasil, incluida una multitudinaria en Belo Horizonte durante un partido de la Copa Confederaciones, y los manifestantes aseguran que seguirán volcándose a las calles pese a la promesa de la presidenta Dilma Rousseff de mejorar los servicios públicos.
Más de 66.000 manifestantes marcharon el sábado en Belo Horizonte, la tercera mayor ciudad de Brasil (sureste), dijo la policía a la prensa en el lugar. Los manifestantes marcharon en dirección al estadio Mineirao donde se juega el partido Japón-México por la Copa Confederaciones.
«Estamos contra el Mundial porque oculta los problemas del país», dijo a la AFP uno de ellos, Leonardo de Melo, músico.
En el entorno del estadio hubo enfrentamientos entre manifestantes y la policía, que lanzó gases lacrimógenos, informaron los medios locales.
También en Salvador de Bahia (noreste) se concentró una manifestación, coincidiendo con el clásico Brasil-Italia, aunque solo reunió a varios cientos de personas, constató la AFP.
«No queremos sacar a Dilma Rousseff del poder. Solo queremos que la misma cantidad de dinero que se gasta en la construcción de estadios para la Copa sea destinado a proyectos de salud y educación, la misma cantidad o más», dijo a la AFP Alexandre, estudiante de derecho de 23 años.
Decenas de hinchas que asistieron al partido entre Brasil e Italia exhibieron mensajes dentro del estadio en apoyo a las protestas de las calles. «No es contra la selección, es contra la corrupción», decía uno de ellos.
La Copa ha sido uno de los principales focos de las protestas de los manifestantes, que deploran los millonarios gastos realizados en los estadios brasileños y reclaman que sean destinados a educación y salud.
«Basta de corrupción»
En Sao Paulo, unos 4.000 manifestantes se dieron cita en la avenida Paulista contra la reforma constitucional 37, que prevé retirar de las fiscalías públicas el poder de investigación, y que los manifestantes aseguran aumentará la impunidad de los corruptos.
«Basta de corrupción», se leía en un cartel.
En Rio de Janeiro, unos 40 manifestantes se instalaron frente a la casa del gobernador Sergio Cabral, en Leblon, el barrio más rico de Rio, y una parte de ellos acamparon en tiendas de campaña y prometían no salir de allí, constató la AFP.
Gritaban consignas contra la corrupción y bloqueaban parte de una avenida, y aún así parecían cosechar el apoyo de los vecinos.