Brújula internacional Plazas de libertades y la justicias

La Primavera Árabe se inició en un país musulmán pero no árabe en el 2009, cuando los jóvenes y las mujeres bajo el color verde, tomaron las calles y plazas de Teherán. Fue la primera manifestación contra el gobierno Teocrático de los Ayatolás,en el poder desde la Revolución Islámicaque derroco al Sha en 1979. El reclamo del pueblo iraní fue por el cambio ante una cuestionada elección,del Presidente Mahmud Ahmadineyad. Fue la primera explosión política por el uso de las redes sociales y la confluencia y permanencia en la Plaza de Azadi. Esta semana con la elección de Hassan Rohani,hanganado quienes desean mayor democracia. Otros Clérigos antes que él, ya habían iniciado reformas desde la presidencia y apoyaron a Rohani, fue el caso Akbar Hashemí Rafsanyaníy Mohammad Jatamí. Fue derrotada la tesis belicista que representaba Ahmadineyad, pero también el radicalismo del gobierno que encarnaban sus candidatos preferidos Said Jalili y Mohammad Bager Qalibaf.
Vemos con el nuevo Presidente la apertura hacia una mayor democracia en lo interno y el necesario diálogo con occidente especialmente en lo relacionado al tema nuclear. Por eso las reacciones positiva a esta elección en Europa, Estados unidos y en el Tercer mundo.
La Primavera Árabe acabó con las dictaduras de 42 años de Muamarel Gadafi en Libia, 32 años de Mubarak en Egipto, 23 años de Ben Ali en Túnez, y las necesarias reformas en las Monarquías de Jordania y Marruecos. Por ahora, la Primavera Árabe se ha detenido en Siria, cuyo gobierno es condenado por la Liga Árabe pero respaldado por Irán, en razón de la cercanía religiosa del Shiísmo Iraní con los Alawitas que gobiernan a Siria y por el respaldo de Rusia y China en la ONU. De acuerdo a la ONU llegan a 93 mil el número de personas fallecidas en esta guerra civil, luego de 27 meses de confrontación. La nueva actitud de las potencias occidentales definidas esta semana en la reunión del G8,podría acelerar el fin del conflicto. En Siria más que plazas donde pudieran convocarse a los opositores, lo que quedan son los testimonios de la destrucción, en las ciudades mártires como Alepo y Homs, donde han ocurrido el 30% de las víctimas, de las cuales el 80% son varones y un 10%del total de niños y niñas.
Así como la descolonización fue posible para África, el fin del Comunismo permitió los cambios en Europa Oriental y el militarismo dio un paso a la democracia en América Latina; el mundo Árabe y Musulmán también ira en esa dirección.
Los mediosde comunicación del planeta, nos muestran la última expresión de esa Primavera Árabe que ahora se ha instalado en Turquía, también país musulmán pero no árabe. En Estambul todo comenzó con la preocupación ecológica para proteger el parque Gezi. La Plaza Taksim adyacente al parque ha sido el escenario de las protestas contra el gobierno que desafían el autoritarismo del Primer Ministro Tayyip Erdogan. Turquía hasta ahora ha sido el modelo democrático del mundo musulmán, donde el Islam ha demostrado que puede convivir con el paradigma de la democracia occidental. Desgraciadamente la locura del poder se ha apoderado del Primer Ministro, quien desde su reelección en el 2011, está limitando la historia democrática de ese país y cerrando la puerta del ingreso de Turquía a la Unión Europea. El mundo es solidario y asi nosotros desde esta lejana geografía, con los ocupantes de la Plaza Taksim de Estambul, como ayer lo fuimos con los que ocuparon las PlazasTian’anmen en Beijing, Wenceslao en Praga, la de la Independencia en Kiev,de Mayo en Buenos Aires, Tahir en el Cairo, la Azadi de Teherán y la Verde de Trípoli.
No importa el color de las banderas, detrás de todas ellas está la voluntad inquebrantable de mujeres y hombres, de la de la justicia y de la libertad másallá de las ideologías, de las religiones y de los partidos políticos. Es la defensa universal de los Derechos Humanos, consagrada en Tratados Internacionales y en las Constituciones de todos los países.
En el cielo de los musulmanes que es el mismo al de todos los creyentes, seguramente el joven tunecino Mohamed Bouazizi… Quiense inmolo frente a la arbitrariedad de su gobierno iniciando la Primavera Árabe, hoy está contemplando que su sacrificio no fue inútil. Las plazas del mundo así lo demuestran.
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