Los cuerpos de seguridad venezolanos interceptaron este año dos camiones que se dirigían a Caracas y debían contener maquinaria importada para procesar pollos valorada en casi 2 millones de dólares, adquirida al tipo de cambio oficial.
Pero en su interior sólo hallaron chatarra inservible.
El dueño de la importadora, una empresa de papel, se fugó con enormes ganancias de un extendido esquema de corrupción cambiaria, en el que empresarios realizan importaciones sobrevaloradas o ficticias para obtener divisas baratas que luego colocan en el mercado paralelo a un precio mayor.
Este caso es apenas una muestra de un entramado de corrupción que se comió hasta un tercio de un máximo histórico de 60.000 millones de dólares asignados a importaciones, según el Banco Central, poniendo contra las cuerdas a la economía del país.
“Disponemos de la cantidad de divisas para solucionar los problemas. Sólo que no podemos volvernos locos como se estaba haciendo el año pasado que se entregaron y entregaron divisas”, dijo la presidenta del Banco Central, Edmée Betancourt, al reconocer a periodistas la enorme sangría de dólares oficiales.
En el primer trimestre, Cadivi abrió investigaciones a 2.411 empresas, de las cuales 590 fueron denunciadas penalmente y 234 suspendidas del sistema por irregularidades cambiarias, como “forjamientos de documentos de nacionalización, sobrevaloración de mercancías, simulación de importaciones y suministro de información falsa”.
Sed de dólares
El sector privado aguarda por una reactivación del flujo de dólares, cuya asignación monopoliza el Estado a través del ingreso petrolero, mientras se profundiza la escasez de productos básicos y avanza la inflación, según gremios y analistas.
Los críticos creen que el enorme gasto ejecutado el año pasado para asegurar la reelección del fallecido Hugo Chávez dejó exhaustas las arcas públicas, por lo que la devaluación del 32 por ciento a principios de año ha sido insuficiente para atender todas las promesas electorales.