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Entre los documentos recuperados por las autoridades norteamericanas en el Berlín del año 1945, hay cerca de 6.800 páginas de un manuscrito sin duda dictado por Goebbels, el ministro de Propaganda, escrito en forma de diario que abarca, en diversos lapsos, el período entre el 21 de enero de 1942 y el 9 de diciembre de 1943.
Revisemos algunos de los principios de Goebbels. La propaganda debe ser planeada y ejecutada por una sola autoridad: Este principio seguía la línea de la teoría nazi de la centralización autoritaria, y también la del ansia de poder que sentía Goebbels. Pensaba que un sola autoridad -él- debía realizar tres funciones: a) Emitir todas las directrices de la propaganda; b) Explicar las directrices de la propaganda a los funcionarios importantes y mantener su moral; c) Supervisar las actividades de otras agencias que tengan consecuencias propagandísticas.
La propaganda debe afectar a la política y a la acción del enemigo: La propaganda era considerada como un arma de guerra, aunque Goebbels nunca empleó el término “guerra psicológica” ni el de “guerra política”. Aparte de socavar la moral del enemigo, creía que la propaganda podía afectar a la política y acciones de los jefes enemigos de cuatro maneras: a) Suprimiendo el material propagandístico capaz de facilitar al enemigo informaciones útiles. b) Difundiendo abiertamente propaganda cuyo contenido o tono conduzca al enemigo a sacar las conclusiones deseadas. c) Incitando al enemigo a revelar informaciones propias de carácter vital. d) Absteniéndose de toda referencia a una actividad que perjudique al enemigo cuando ella pudiera desacreditar tal actividad.
Para ser percibida, la propaganda debe suscitar el interés de la audiencia y debe ser transmitida a través de un medio de comunicación que llame poderosamente la atención. Este principio se explica por sí mismo. Sólo la credibilidad debe determinar si los materiales de la propaganda han de ser ciertos o falsos: La postura moral de Goebbels era bien decidida: él decía la verdad y sus enemigos contaban mentiras. Para el maestro nazi de la propaganda “las mentiras eran útiles cuando no podían ser desmentidas”.
Los posibles efectos de la comunicación determinan si los materiales propagandísticos deben ser censurados: Goebbels no tenía el menor escrúpulo respecto al uso de la censura. La política usual consistía en suprimir materiales considerados como indeseables para el consumo alemán, pero se empleaban en propaganda en el exterior si eran apropiados. La propaganda negra debe ser empleada con preferencia a la blanca cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables. Por propaganda “negra” Goebbels entendía aquel material cuya fuente quedaba oculta para la audiencia.
La propaganda debe estar cuidadosamente sincronizada: Goebbels siempre se enfrentaba al problema táctico de sincronizar su propaganda con la mayor eficacia. Por ello se planteaba que a) La comunicación debe llegar a la audiencia antes que la propaganda competidora. b) Una campaña propagandística debe comenzar en el momento óptimo. c) Un tema propagandístico debe ser repetido, pero no más allá del punto en que disminuya su efectividad. La propaganda debe etiquetar los acontecimientos y las personas con frases o consignas. Para alcanzar tal objetivo: a) Deben suscitar las respuestas deseadas que la audiencia posee previamente. b) Deben poder ser aprendidas con facilidad. c) Deben ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. d) Deben ser a prueba de efectos bumerang.
Finalmente, para Goebbels la propaganda debe facilitar los objetivos para el odio. Esta técnica, en general, consistió en desplazar la agresividad alemana hacia algún grupo marginal. Los objetivos favoritos del odio eran los “bolcheviques” (como llamaba a los comunistas de la entonces Unión Soviética) y, obviamente, los judíos.