Los cuerpos de seguridad venezolanos interceptaron este año dos camiones que se dirigían a Caracas y que debían contener maquinaria importada para procesar pollos valorada en casi 2 millones de dólares, adquirida al tipo de cambio oficial.
Pero en su interior sólo hallaron chatarra inservible.
El dueño de la importadora, una empresa de papel, se fugó con enormes ganancias de un extendido esquema de corrupción cambiaria, en el que empresarios realizan importaciones sobrevaloradas o ficticias para obtener divisas baratas que luego colocan en el mercado paralelo a un precio mayor.
Este caso es apenas una muestra de un entramado de corrupción que se comió hasta un tercio de un máximo histórico de 60.000 millones de dólares asignados a importaciones, según el Banco Central, poniendo contra las cuerdas a la economía del país petrolero que sufre de alta inflación y desabastecimiento.
El control cambiario en Venezuela cumple una década corroído por prácticas ilegales y el burocratismo, y sin la capacidad de asignar las divisas para el funcionamiento fluido de la economía o para frenar una masiva fuga de capitales.
La diferencia entre el dólar oficial a 6,3 bolívares y su precio en el activo mercado negro, donde el billete verde llega hasta a quintuplicarse, han hecho del ilícito cambiario uno de los negocios más lucrativos para los especuladores, que burlan los controles sobornando a funcionarios y agentes de aduana.
«Disponemos de la cantidad de divisas para solucionar los problemas. Sólo que no podemos volvernos locos como se estaba haciendo el año pasado que se entregaron y entregaron divisas», dijo la presidenta del Banco Central, Edmée Betancourt, al reconocer a periodistas la enorme sangría de dólares oficiales.
En el primer trimestre, el regulador de divisas (Cadivi) abrió investigaciones a 2.411 empresas, de las cuales 590 fueron denunciadas penalmente y 234 suspendidas del sistema por irregularidades cambiarias, como «forjamientos de documentos de nacionalización, sobrevaloración de mercancías, simulación de importaciones y suministro de información falsa».
Sed de dólares
El sector privado aguarda por una reactivación del flujo de dólares, cuya asignación monopoliza el Estado a través del ingreso petrolero -principal y casi única fuente de divisas del país-, mientras se profundiza la escasez de productos básicos y avanza la inflación, según gremios y analistas.
El Gobierno achaca el fenómeno a una guerra económica y mediática de sus enemigos y, en paralelo, se ha reunido con miles de empresarios para comenzar a liquidar deudas que acumulan hasta ocho meses de retraso.
Las autoridades aseguran que analizan mecanismos alternativos para distribuir las divisas, pero que su objetivo es racionalizar el uso de los dólares para la importación.
«Hay una ninfomanía de dólares en muchos sectores, imposible satisfacerlos porque están buscando el dólar por el dólar», dijo el presidente Nicolás Maduro, cuya popularidad está bajo presión tras su disputada victoria en las elecciones presidenciales de abril y el deslucido panorama económico antes de unos importantes comicios municipales en diciembre.
Los críticos creen que el enorme gasto ejecutado el año pasado para asegurar la reelección del fallecido Hugo Chávez dejó exhaustas las arcas públicas, por lo que la devaluación del 32 por ciento a principios de año ha sido insuficiente para atender todas las promesas electorales.
La firma local Ecoanalítica calcula que al menos un tercio de los bienes que componen la canasta inflacionaria del Banco Central se compran con el dólar paralelo, azuzando los precios al consumidor, mientras que el bolívar presenta una sobrevaluación de un 30 por ciento en términos reales.
La consultora estima que la diferencia entre los dólares que ingresaron al país petrolero y sus egresos fue de unos 16.000 millones de dólares en el 2012.
«Eso explica porque 2013 inicia con esta escasez tan pronunciada de divisas, porque se tuvo que devaluar y porque el Gobierno se prepara para una segunda fase en materia cambiaria», dijo Asdrúbal Oliveros, director de la firma.
Renovarse o morir
Chávez implantó el sistema cambiario en 2003 para contener una fuga de capitales en medio de una alta inestabilidad política tras un fugaz golpe de Estado y un feroz paro petrolero para derrocar su Gobierno, y se convirtió en una de las columnas para la construcción de la economía socialista.
Según cálculos de Ecoanalítica, unos 140.000 millones de dólares han salido del país desde la creación del control cambiario a través de mecanismos fraudulentos.
Pero Maduro, al igual que su mentor, asegura que el control de cambio llegó para quedarse, mientras busca una nueva válvula de escape para apuntalar el sistema y aminorar las distorsiones en el mercado paralelo al «devaluar sin devaluar».
Tras eliminar este año un sistema complementario manejado por el Banco Central para asignar divisas a un tipo de cambio fijo -superior al oficial pero inferior al no regulado-, las autoridades financieras intentaron solventar el problema de asignación mediante un complejo sistema de subastas.
Sin embargo, tras vender 200 millones de dólares a fines de marzo en una primera convocatoria a un promedio de 14 bolívares por dólar, no hubo más subastas, pese a los reiterados anuncios de las autoridades financieras de su inminente reactivación.
El Banco Central ha dicho que estudia modificar el método de la subasta para relanzarlas.
Algunos creen que el Gobierno podría retornar al sistema de permuta de deuda, que permite cambiar a través de la compra venta de bonos, una práctica que Chávez eliminó en el 2010 por considerarla un negocio para los «buitres financieros».
Pero con el historial de fracasos cíclicos en los controles de cambio en Venezuela, para muchos analistas cualquier parche para solventar la situación tan sólo servirá para alargar un poco más la caída de un sistema que hace aguas.
«Este control va a desaparecer por la misma razón por la que han desaparecido todos los controles en el país: La corrupción», dijo Henkel García, director de la firma Econométrica.
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