El pasado sábado, en una visita hecha por Andrés Izarra, actual ministro de Turismo del Gobierno nacional, anunció que el monumento cultural “Flor de Venezuela”, sería intervenido por el despacho que representa, para crear el Parque por la Paz.
En este sentido, el equipo del diario EL IMPULSO realizó un recorrido por algunos de los espacios culturales y recreativos de la ciudad que dependen de la administración pública para examinar las condiciones en la que se encuentra y verificar si estas no podrían ser intervenida bajo el criterio: presunto abandono de sus instalaciones.
El recorrido inició en el Parque de los Abuelos, ubicado en la avenida Libertador con Bracamonte, frente al Complejo Ferial Bicentenario, donde se pudo constatar que, después de su inauguración, el 11 de septiembre del año pasado, instalaciones como la de la fuente, principal atractivo, no funcionan.
En cada bandeja donde cae el agua desde el nivel superior, descansan desechos sólidos, como testigos del deterioro. En su momento, Amalia Sáez, alcaldesa de Iribarren indicó: “esta plaza se inauguró porque el Gobierno nacional quiere darle espacios al adulto mayor. En la revolución los respetamos, no solo con las reivindicaciones sociales, sino con la creación de este espacio destinado a la recreación”.
Nueve meses después, sin presentar un mayor signo de deterioro a excepción del mencionado y montículos de tierras con adoquines sobrantes, la plaza no está en condiciones óptimas para el disfrute de la ciudadanía en general.
Seguidamente, otra pieza cultural que ha sido emblema de la ciudad de Barquisimeto por muchos años, desde que Cruz Diez decidió regalar semejante obra, el Monumento al Sol ha sido refraccionado en varias oportunidades, sin embargo, sus piezas concéntricas siguen presentando muestras de deterioro, rayadas por los conocidos ‘grafiteros’.
Más al centro de la ciudad, en la calle 17 con carreras 22 y 23, se encuentra la Concha Acústica, un espacio público para la recreación que, a pesar de su restauración, sigue deteriorado y siendo víctima de la desidia y la inseguridad. Caminerías levantadas, postes con sus lámparas rotas, paredes rayadas y la inseguridad latente, es el panorama que reina en este espacio.
Para culminar, el Paseo Juan Guillermo Iribarren, en el Triángulo del Este, y acceso principal a la Flor de Venezuela, tiene síntomas de deterioro que se reflejan en la otrora fuente del espacio, que en su inauguración contaba con un sistema que sincronizaba al agua con los temas musicales que sonaban allí. Ahora, la fuente no funciona, el monte gana espacio en sus áreas verdes y, el mal llamado arte urbano, se apodera de las zonas de concreto.
En este sentido, cabría esperar que, luego del anuncio de la intervención del espacio Flor de Venezuela, todos aquellos que muestren un supuesto abandono, debieran ser intervenidos por el Gobierno nacional, así sean dependientes de la alcaldía.