Policías antimotines lanzaron el sábado chorros de agua y gas lacrimógeno contra los manifestantes atrincherados en la Plaza Taksim y en el vecino Parque Gezi de Estambul, una intervención que ocurrió poco después que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan advirtió que las fuerzas de seguridad »saben cómo despejar» la zona, que se ha convertido en el símbolo de las mayores protestas contra el gobierno en varios decenios.
A la media hora, la ofensiva de los policías antimotines con cascos blancos había despejado el parque, dejando abandonadas numerosas tiendas de campaña multicolores. Poco después llegaron las topadoras mecánicas, que recogieron los escombros mientras cuadrillas de trabajadores desmontaban las tiendas de campaña.
Los manifestantes ofrecieron poca resistencia física, incluso mientras policías de civil los sacaban a empujones del parque. Nubes de humo blanco saturaban la zona mientras la policía entró al parque el sábado, donde derribaron letreros de los manifestantes, un kiosco comunal de alimentos y rociaban con gas lacrimógeno las tiendas de campaña, exhortando a salir a los que quedaban.
Imágenes de la televisión turca mostraron a activistas llevando a una mujer en una camilla hasta una ambulancia en medio de numerosos policías antimotines y a un hombre inmóvil en el suelo, antes que otros lo recogieran y se lo llevaran en brazos. Durante dos semanas los manifestantes desafiaron las advertencias del primer ministro de que evacuaran el lugar.
Tayfun Kahraman, miembro de Solidaridad con Taksim, un grupo que aglutina a los movimientos de protesta, dijo que varias personas en el parque resultaron heridas, algunas por balas de goma. »Que se queden con el parque, ya no nos importa. Que se lo queden. Esta represión tiene que terminar. La gente está en una situación pésima», le dijo a The Associated Press por teléfono.
La brutal intervención policial del 31 de mayo contra los que protestaban por el plan de urbanización de la plaza y el parque provocó las mayores manifestaciones contra el gobierno en varios decenios y afectó la imagen internacional del primer ministro Erdogan. Las protestas, que en un momento llegaron a decenas de ciudades del país, se convirtieron en una expresión mucho más amplia de descontento contra el gobierno de Erdogan y lo que muchos consideran un sistema cada vez más autoritario.
Erdogan, reelegido con el 50% de los votos para un tercer periodo en el 2011, rechaza vehementemente las acusaciones de los manifestantes y destaca su amplia base de apoyo. Mientras entraban al parque el sábado, los agentes gritaron a los manifestantes »Esto es una actividad ilegal, esta es la última advertencia, salgan». Poco antes de la operación policial, Erdogan había amenazado a los manifestantes con un discurso en Sincan, un suburbio de la capital, Ankara, bastión de su Partido por la Justicia y el Desarrollo.