El viejo experimento que fracasó en la Cuba de Fidel Castro, al concentrar poderes del conocimiento, de la cultura y la investigación en una persona, que por más genial que sea, lo cual no parece ser el caso venezolano, no puede sustituir a decenas o centenares de profesores electos entre los de mayor rango académico y en la mayoría de los casos entre los de mejor calificación científica, tecnológica o humanística. Con los muy discutibles rendimientos alcanzados por las universidades creadas por este gobierno, como la Bolivariana y la Unefa, los más altos funcionarios en materia de educación no han demostrado tener la capacidad ni el dominio de los requerimientos académicos, para ser un ejemplo de eficiencia científica en la construcción de un modelo universitario que contribuya con el desarrollo sustentable del país.
En el mundo de hoy los países desarrollados se disputan la primacía de sus universidades tomando en cuenta el número y profundidad de sus investigaciones, la altísima calificación de sus profesores y la selección y rendimiento de sus estudiantes, cuyos resultados son la contribución al progreso de las naciones y al bienestar de sus habitantes. La Rusia actual heredó de la extinta Unión Soviética varias universidades e institutos de educación superior, que por la excelencia de sus profesores y la selección de sus mejores alumnos, produjeron y es posible que lo sigan haciendo, el personal de ingeniería, administración de empresas y generación de nuevas ideas y conocimientos en general que le permitió crear una potencia, que en el campo nuclear discute con los Estados Unidos la necesidad de reducir el armamento de destrucción masiva que poseen ambos países, para ofrecerle a la humanidad un mensaje de alivio y esperanza acerca de la disputa pacífica de las controversias que puedan poner en peligro la vida en la tierra.
En ese contexto universal el gobierno se equivoca de un extremo a otro si pretende en el futuro liquidar la autonomía de nuestras principales universidades y mediante una ley obligarlas a laborar por una educación socialista anacrónica que sólo se practica en países como Cuba donde, la ruina económica y la pobreza es lo único que puede exhibir después de más de 50 años de revolución, y que Raúl Castro trata de enmendar.
Afortunadamente la mayoría de los profesores y estudiantes de nuestras universidades autónomas le han dado una respuesta contundente a la política de asfixia económica e intervencionista del gobierno, que, si llegara a insistir, podrá ocupar con los tanques y los grupos paramilitares la Ciudad Universitaria y toda la infraestructura física, pero no podrá ocupar ni controlar el pensamiento de su personal docente y de investigación, y menos de los estudiantes. En el 2013 hemos comenzado a presenciar el enfrentamiento entre las ideas y la cultura contra la fuerza bruta, que puede incluso llevar al gobierno a cerrar o clausurar las universidades, pero la resistencia no cejará. De ello hay experiencia en el mundo y en nuestro país, aunque temporalmente predomine la bota militar, se impondrá el pensamiento democrático y la universidad autónoma como lo establece la Constitución Nacional Bolivariana aprobada en 1999.
El futuro del país no sólo exige respeto y apoyo a la universidad democrática y autónoma, sino también una política universitaria que contemple el envío a las mejores universidades del mundo de la mayoría de los profesores, especialmente de las recién creadas como la Bolivariana y la Unefa, tal como lo hacen China, Japón e India, incluso África, para garantizar salir del atraso, del subdesarrollo.
Altos funcionarios del gobierno han manifestado reiteradamente que no dialogarán con la oligarquía, en la cual incluye a profesores y estudiantes universitarios, ante la perspectiva futura y dada la firmeza y la conciencia de la comunidad universitaria para enfrentar los desafíos y de ayer y hoy por parte de regímenes autocráticos, el conflicto entre el gobierno y las universidades puede tener consecuencias imprevistas, sobre todo si otros sectores de la sociedad se suman a la desobediencia civil, democrática y pacífica que encabezarán estudiantes y profesores, unidos en defensa de la Universidad Autónoma y Democrática, de mejores sueldos y salarios para profesores y empleados.