El paro universitario

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Nadie en su sano juicio se va a la huelga de una forma gratuita, nadie en sus cabales pone en riesgo su estabilidad laboral, nadie, y mucho menos los profesores universitarios queremos ir a un cese de actividades que lesiona no sólo a los estudiantes, sino que también, los más altos fines de la Academia. Y a pesar de todas esas resistencias, en LUZ nos hemos incorporado al paro nacional decretado por la Fapuv.

Las razones son muchas. Aunque básicamente se está exigiendo un aumento salarial que ponga fin a la humillante erosión del bienestar de la familia universitaria padecida en los últimos diez años. Los sectores universitarios hemos puesto mil veces la mejilla ante un Gobierno insensible al deterioro de sus principales casas de estudio en la Educación Superior. Y nuestra paciencia, casi infinita, ha llegado a su final. Nuestra protesta es legítima, pacifica, cívica y constitucional. Y debe ser aguerrida y unida. Esto no es un “paro vacacional”, en éste momento histórico nos estamos jugando no sólo el futuro de las universidades sino también el del propio país.

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El fondo del problema, la raíz de éste conflicto, no es el salario ni el déficit reiterado del presupuesto universitario que el Gobierno asigna y que hace que la crisis universitaria haya tocado unas profundidades tectónicas nunca antes imaginadas. Aquí, de lo que se trata, es de acabar con la Universidad Autónoma y todo lo que ello representa.

El Gobierno actual ha socavado toda la institucionalidad preexistente e impone una nueva legalidad bajo una lógica anti democrática y totalitaria.

Ante esa aspiración indisimulada los universitarios nos hemos resistido de una forma heroica y estoica. Es por ello que desde el TSJ se nos tienen nuestros procesos electorales paralizados, nos mediatizan el presupuesto y desconocen las normas de homologación. Ahora quieren que pactemos una “Convención Colectiva Única de las Trabajadoras y Trabajadores Universitarios” que degrada nuestras conquistas laborales. Algo inconcebible.

Y lo que es más grave: han decretado una intervención de las universidades históricas y autónomas, aunque sin firma, bajo el supuesto sospechoso de formar parte de la contrarrevolución. Por ello se han dedicado a impulsar y promocionar un modelo paralelo de universidad (Bolivariana y UNEFA) cuya masificación es proporcional a su bajo nivel de calidad. Aunque lo más grave no es eso, sino que en esas universidades el pensamiento crítico e irreverente, tan necesario para avanzar, queda abolido.

Esta lucha nacional que los universitarios estamos dando en contra del actual Gobierno Anti-Universitario hay que hacerla compartida con toda la ciudadanía del país que aspira vivir en una sociedad digna, libre, prospera y democrática. Las universidades deben ser bastiones inexpugnables de un nuevo humanismo, de una nueva Venezuela.

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