A lo largo de todo el país nacional, han tenido especial repercusión las recientes declaraciones del Ministro de la Defensa, Almirante Diego Molero Bellavia, portadoras de muy graves señalamientos en materias de exclusivo asuntos castrenses, que lesionan seriamente la soberanía nacional.
Absoluta atención merece dispensar a tan fundamentales planteamientos, que han trascendido a la opinión pública, en la instrucción del vocero más calificado, políticamente, para comunicar al país entero, los asuntos más relevantes de naturaleza castrense.
Comienza el alto funcionario de la FAN, por dar una versión exacta y totalmente esclarecedora de la presencia de la fuerza armada de Cuba en el país, circunstancia que era ampliamente conocida del entorno popular nacional y que ahora, esa delicada situación se patentiza, inequívocamente, por el vocero más cabal y calificado, de naturaleza castrense. Esta la primera certidumbre y nos hace sentir asombro e inquietud, de magnitud nacional, por la certeza de saber, que todo lo relacionado con la actividad de defensa, la integridad territorial y la estabilidad constitucional y política, se encuentran asistidas por extrañas manos que bajo ningún concepto, sean garantía cierta de confianza y seguridad.
Esta numerosa presencia militar cubana, se mantiene y se ajusta al ordenamiento establecido, para el gobierno que la tolera oficialmente, a la vez, que le asegura plena aceptación a sus predicados y tareas encomendadas, avanza a manera de una delegación de seguridad de la nación, revestida de irrenunciables principios constitucionales de corresponsabilidad entre nuestro estado y el estado cubano, que no aprobó ni conoció el pueblo, mediante ninguno de sus mecanismos de participación protagónica, así como tampoco, convalidó con el crisma la Asamblea Nacional, que asegure la viabilidad de este pacto institucional, ajeno a los altos intereses y altas miras de soberanía nacional.
Es mayor, la gravedad institucional y sevicia indebida, lo afirmado con tanto énfasis, por el titular de la cartera de la FAN, cuando alerta, que toda la responsabilidad de la soldadesca de la caribeña isla, acantonada en nuestros cuarteles y hegemonías, estriba en la asesoría que presta a la FAN, en todo el ámbito de misiones castrenses y políticas, para mayor gravamen irreparable, que como lo ha declarado a los medios de comunicación social, la doctora Rocío San Miguel, versada y solvente Directora de la ONG Control Ciudadano: “La acción de Cuba en la FAN, podría comprometer la soberanía nacional. Tiene que ver con la Planificación Estratégica y la Inteligencia, así con actividades que pudieran inclusive, comprometer la soberanía nacional”.
Bolívar siempre sostuvo que no era de carácter deliberante el profesional castrense, fija la base y sustentación de la Carta Magna, en esta controversial materia. Al formular el enunciado, es diáfano y enfático: “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno, es el defensor de su libertad” (Discurso en el Convento de San Francisco, 2 de enero de 1814). luego, fija este concepto clarificador: “El sistema militar es el de la fuerza y la fuerza no es gobierno”. (Carta al Pbro. José Cortez de Madariaga. Puerto Príncipe, 26 de noviembre de 1816) Aquí queda de bulto el perfil creado por el Libertador: “El soldado no debe deliberar. Desgraciado del pueblo cuando el hombre armado delibera” (carta al Comandante General de departamento de Cundinamarca, 24 de junio de 1828).
Los militares institucionalistas, por formación y doctrina, son una guardia de honor, montada en torno a la majestad de la Republica. Incurre en craso error el Almirante Molero, al auto definirse: “Institucionalista-chavista” Tipología personalista y autocrática, que escapa al espíritu de cuerpo y la caracterización institucional que establece el artículo 328 de la Carta Magna.
En inexhaustos principios éticos y constitucionales, se inspiran las consideraciones legales formuladas y con base en el artículo primero de la Carta Magna, carece de legitimidad absoluta la investidura ministerial del Almirante Molero Bellavia, puesto que la doctrina bolivariana, como mandato constitucional, que debe acatarse puntualmente, establece que no es deliberante la Fuerza Armada Nacional.
¡Con libertad ni temo ni ofendo!