Neymar, último diamante extraído de la mina de talentos del fútbol brasileño, carga en sus hombros la esperanza de todo Brasil a un año del Mundial, además de una aplastante corona de “nuevo Pelé” y el estatus de estrella de rock con múltiples contratos comerciales.
Brillantes en las orejas, peinado excéntrico en mutación perpetua, el ostentoso atacante de la Seleçao se toma todo esto con la despreocupación natural de sus 21 años. Quiere “marcar con su huella” al gran FC Barcelona, que acaba de reclutarlo por 57 millones de euros.
Como si la misión imposible y sacrílega de igualar al Dios Pelé no bastase, está condenado a brillar bajo la camiseta catalana junto al argentino Lionel Messi, el mejor jugador del mundo al que seguramente sueña con reemplazar un día.
Técnica insolente, goles en ráfagas difundidos sin cesar por internet, Neymar se impuso rápidamente como el ícono de un Brasil huérfano de un gran artista desde que palidecieron Ronaldo, Ronaldinho o Robinho.
“Neymarketing”
El chico con onda está en todos lados: entrevistas en cadena, sitios web, publicidades, eventos promocionales. En la televisión, disfrazado de Elvis, de Tarzán o de marciano, vende helados, o baila semidesnudo para vender calzoncillos. Los niños y jóvenes piden “un Neymar” al peluquero y las chicas gritan incontrolables al verlo pasar.
Su vida privada es siempre tema de los medios y las redes sociales: fotos con su pequeño hijo o lo último de su relación con la joven actriz Bruna Marquezina, anunciada durante el último carnaval de Rio. La fama de Neymar es conocida en todo el mundo.
Además de ser calificado como el “futuro Pelé” por la revista Times en febrero, fue elegido por segundo año consecutivo por la revista americana Sports Pro como el deportista con mayor potencial de mercadeo del mundo, por delante de Messi y del golfista irlandés Rory McLlroy.
¿Presión insoportable? Neymar responde: “Es parte del trabajo, es una responsabilidad, pero es sabrosa”.
El diario O Globo le consagró una página entera titulada “Neymarketing”. Y se pregunta si este exceso de exposición mediática perjudicará su rendimiento deportivo. “Neymar está convirtiéndose en la versión brasileña de Beckham”, señala.
De niño, este hijo de un futbolista profesional pedía siempre un balón de fútbol en su cumpleaños. Ya entonces mostraba una técnica alucinante en el fútbol sala. Descubierto en un torneo escolar, firmó a los 13 años su primer contrato con el Santos en 2004. Salario: 450 reales (unos 225 dólares hoy), de los que sus padres pagaban un décimo a una iglesia evangélica.
El peso de la Seleçao
Este joven desgarbado, de 1,74 metros y 58 kg, se convirtió en jugador profesional a los 17 años, en 2009, y su juego ha dejado a más de uno boquiabierto.
El balance: 137 goles en tres temporadas (221 partidos), con tres títulos del estado de Sao Paulo, la Copa Libertadores en 2011 y la Recopa Sudamericana en 2012.
Además, consiguió el premio de la FIFA al mejor gol de 2011.
Hábil y veloz, los dribles de Neymar son una especie de baile, que terminan humillando a los defensores.
Tiene, no obstante, una tendencia incorregible a caerse por nada, para simular. Pero todo Brasil lo aguarda desde el próximo sábado, para el debut de la Copa de Confederaciones, ensayo general del Mundial, con un partido Brasil-Japón en la capital del país.
Muchos, comenzando por el exastro Ronaldo, le recomendaron irse a Europa, para encarar defensas de alta velocidad e impacto y pasar así a un nivel superior.
“En todos los partidos en el extranjero juega mal. Todos piensan que debe resolver los problemas de la selección. Neymar no está preparado para recibir ese peso”, lanzó Pelé, sin embargo uno de sus admiradores.
“Decimos que es el mejor del mundo. Pero está más preocupado por aparecer en medios que de jugar en equipo. Su preocupación es cambiar de estilo, de corte de pelo”, concluyó.