Si bien el Gobierno nacional recientemente ha denunciado la presencia de paramilitares colombianos que atentarían contra la integridad del Presidente, el politólogo y profesor de la Universidad Simón Bolívar, José Machillanda, habla del fenómeno paramilitar como un asunto que afecta a nuestro país desde hace muchos años.
Lo primero que plantea es la realidad de nuestra frontera. Contamos con una frontera muy porosa, dijo el especialista, en la cual es posible que suceda “cualquier evento de carácter vandálico o de crimen organizado”.
Cuenta que Venezuela retiró la presencia militar que servía como defensa en los ejes fronterizos y esa determinación que tomó el presidente fallecido Hugo Chávez cuando asumió el poder, no deja en el presente buenos resultados.
A pesar de las recomendaciones de expertos en la materia fronteriza, no existe un tratamiento adecuado para propiciar la paz en los límites con el vecino país.
Se trata de una realidad que requiere de la cooperación del Estado, como requisito indispensable, seguidamente de la colaboración de la Fuerza Armada Nacional.
“La permanencia de paramilitares habla de la precariedad del Gobierno tanto de Venezuela como de Colombia; el hecho de que la frontera sea muy porosa ya es señal de preocupación.
Debe existir una revisión exhaustiva de cómo se manejan los asuntos fronterizos y, al mismo tiempo, velar por la hermandad de ambos países”, sostuvo.
Entre las consecuencias más sentidas por la sociedad, está el crimen organizado en los estados que colindan con el vecino país colombiano.
Hay una inseguridad que desmejora la calidad de vida de los ciudadanos de estados como Táchira y Zulia. Si hay paramilitares, se facilitan las situaciones vandálicas, dijo Machillanda.
Por otro lado, mencionó el desasosiego que enfrenta el sector productivo agrícola-pecuario, en medio de los conflictos de los paramilitares.
Un ejemplo claro de la amarga experiencia que viven los dedicados a la agricultura y la ganadería en esos estados, son los constantes secuestros que ocurren en uno o más miembros de las familias.
Privar de libertad a los ganaderos y productores de las zonas fronterizas, genera una profunda inseguridad no sólo en el entorno de estas personas sino en el resto de la comunidad.
De allí que buena parte de las fincas que aportaban grandes producciones en rubros, carnes y lácteos, hayan dejado de producir, precisamente por la ola de inseguridad que los rodeaba tanto a ellos como a sus seres queridos.
Kemberling Rodríguez
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