La decisión del gobierno del estado Zulia de racionar, mediante la instalación de un chip, la compra de los productos alimenticios en los supermercados de Maracaibo, fue echada para atrás por el alto gobierno, por considerar que era una completa aberración, generando el rechazo de toda la población, incluyendo a la gente del proceso.
Por supuesto que el mandatario regional, quien no es precisamente el personaje más confiable, serio y responsable, como para creer en su argumentación de que la medida está orientada a reducir el contrabando de extracción, que está dejando a los maracuchos sin los alimentos básicos; sin embargo, le pueden dar el nombre que quieran, pero desde el momento en que pretendieron coartar a los consumidores su derecho adquirir los alimentos en las cantidades que requiera, a la hora y en el momento en que los necesiten o le condicionen la venta, eso no tiene otro nombre que racionamiento.
Las reacciones ante este nuevo atropello al pueblo venezolano, a través del cual se pretendió instrumentar el sistema automatizado, para impedir que un consumidor compre en diversos supermercados de Maracaibo, más de su cupo de un mismo producto en un mismo día y en una misma semana, no se hicieron esperar. En efecto, el presidente de Consecomercio estima que se trata de un nuevo control, sobre los controles ya existentes, por cuanto no es a través de estos mecanismos que se puede aspirar a que los artículos aparezcan en los anaqueles, por el contrario se trata de políticas contraproducentes.
Por su parte el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, asegura que el hecho de que se le ponga a una persona un chip o una capta huellas para comprar los alimentos que consume en su hogar, aparte de coartar su libertad constitucional de elegir y de comprar lo que quiera, no va a resolver la escasez, porque el problema aquí es que la producción nacional se ha venido abajo debido a la falta de estímulos, inseguridad jurídica, políticas económicas erradas, los controles de cambios y de precios y la ausencia de una rentabilidad que permita dinamizar la producción nacional.
Veneconomía advirtió, al referirse al racionamiento zuliano, que es inaudito que Venezuela haya llegado al extremo actual donde la destrucción del aparato productivo, la desinversión y la economía hipercontrolada ha generado que la mayor parte de la demanda de bienes y productos que consume la población, tenga que ser satisfecha a través de las importaciones, que el año pasado superaron los US$ 59.000 millones de dólares, de acuerdo con las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela.
Estima igualmente, que es inconcebible que en Venezuela, la política de control de precios y el racionamiento de las divisas a las empresas productoras que apenas sobreviven, haya llevado a una generalizada y persistente escasez de bienes básicos. O que las distorsiones y la corrupción que han introducido las erradas políticas económicas del castro-comunismo, hagan de Venezuela un país proclive al contrabando de extracción, porque los comerciantes informales obtienen mayores ganancias por la venta de productos, los cuales comercializan libremente, en medio de la mayor impunidad.
De nuevo en esta oportunidad, se aplican paños de agua tibia, se atacan las consecuencias, pero no el fondo de un problema que es estructural y que consiste en crear las condiciones para aumentar la producción nacional, toda vez que si el mercado estuviese suficientemente abastecido de papel sanitario, azúcar, café, arroz, leche en polvo, mantequilla, queso, carne los precios no se hubiesen disparado hasta la estratosfera y cualquiera de estos rubros no se hubiese convertido en una gema de valor inestimable.
Al darse cuenta Maduro, que el mundo se le venía encima con esta decisión, de un solo plumazo la dejó sin efecto y hasta criticó a los de la idea y a quienes la aplicaron. Por fin pegó una.
El contrabando de extracción
Si en el país se hubiese sincerado la economía, se hubiese eliminado progresivamente el rezago que tienen los precios de la mayoría de los alimentos, seguramente que muchos de estos rubros estarían en los anaqueles y no saliendo a través de los caminos verdes hacia países vecinos, donde se pagan por ellos precios verdaderamente competitivos, siendo esta la verdadera razón del contrabando de extracción.
Resulta deplorable que el Gobierno Nacional, ante la gravedad de la escasez de alimentos, que tiende a agudizarse progresivamente, se le ocurra anunciar importaciones por 650 mil toneladas de productos que comenzarán a llegar al país en los próximos días; sin embargo, el tiempo sigue pasando, los productos siguen sin aparecer en los anaqueles y el malestar de la población sigue creciendo aceleradamente, ante la impotencia de no poder satisfacer sus necesidades básicas.
En Colombia un quintal de café venezolano, cuesta 2.500 bolívares, en tanto que a los caficultores nacionales se les paga en 750 bolívares; un kilo de harina de maíz precocida del otro lado de la frontera cuesta hasta 50 bolívares, el precio regulado en el país es algo así como 6,30 bolívares, lo que explica el contrabando de extracción.
El drama que en estos momentos le quita el sueño al Gobierno, es que no tiene dólares, las reservas operativas del Banco Central de Venezuela, apenas si podrían pagar 15 días de importaciones; mientras que el pueblo sigue reclamando que le informen qué ha ocurrido con los US$ 104.000 millones de dólares de las reservas internacionales que han sido depositados en el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), sin que hasta ahora se sepa su destino.