La ineptitud del régimen chavista, además de ser genética, se compagina con la división laboral que ha sido impuesta desde La Habana: “…ocúpense ustedes de la rapiña menuda, esa de colocar bonos, comprar chatarra armamentista, conceder contratos fantasmas o inventar equipamientos de hospitales, y desde aquí, desde la metrópoli, manejamos la cuestión petrolera y los lineamientos de Seguridad de Estado…”. He allí el sentido de esta nueva ofensiva que han puesto en práctica los títeres de La Habana y que de forma subrepticia está copando todas las vías de acción cívica.
Ante la reciente explosión de los pozos sépticos que le proporcionan al régimen su esencia y fundamento, en La Habana reina una angustia similar a aquella que se manifestó a principios de los noventa, cuando Gorbachov les dijo “chao pescao”. Raúl Castro Ruz, a pesar de sus diarios ataques contra un infiltrado imperialista llamado Royal Salute, llega muy temprano a su despacho y convoca a Ramiro (Valdés), Abelardo (Colomé Ibarra) y Leopoldo (Cintra Frías), coloca sobre la mesa situacional toda la información que cotidianamente recibe de los Comisarios Políticos y de los operadores del G2 y discute con ellos el juego táctico que corresponde a las horas y días subsiguientes de la colonia venezolana. Ellos, avezados y astutos depredadores, captan la dimensión del muy cercano desastre, por lo que los insumos stalinistas sembrados en ellos por la Academia Frunze, les hace ver que la supervivencia de su status de permanencia depende solo de la represión pura y dura. En consecuencia decretan la implementación del terror generado no solo por las habituales bandas del hampa motorizada, sino a través de iniciativas impulsadas desde los propios órganos del Estado: imputaciones sin sustento, amenazas directas, extorsión a medios de comunicación y, sobre todo, fuerza brutal en la calle. ¿Exageración?; ¿delirios de reaccionario senil, como me lo endilgan viejos amigos de los años 60?. Bueno, me remito, nada mas en materia represiva, a lo que vivió Venezuela y principalmente Barquisimeto en los días posteriores al 14A. Ahora bien, para lograr la eficacia de ese cometido se enfrentan el insalvable obstáculo de la valentía ciudadana, ante la cual ese estamento de la F.A.N.B., ese que antes cacareaba “divisas de honor”, ya no es suficiente. Los jerarcas militares del Buró Político del Partido Comunista de Cuba deciden entonces que sean los propios contingentes del ejército los que estén listos para ejecutar acciones a mansalva cuando el vocerío airado se concentre ante depósitos y almacenes vacios, o cuando reclamen calidad en el servicio eléctrico, o cuando protesten los obscenos ataques contra medios. Pero insisto, como tengo inclinación por ejemplificar para salvaguardar el asidero de mis modestas opiniones, recordemos las tres damas heridas recientemente en el Zulia a raíz de un tumulto ocurrido frente a un establecimiento PDVAL. Pero “..no podemos quedarnos ahí”, seguramente acotará Ramiro Valdés al mesarse la perilla, “debemos ir ahora con la fuerza aplastante de las milicias obreras….”
@masravchavol