Hace un par de semanas, un padre cariñoso y esposo devoto comenzó a sentir cierto malestar.
Pensando que sólo era una simple virosis, tomó antigripales y descansó un par de días, pero su malestar continuaba y comenzaba a sentirse cada vez más, desde náuseas y cólicos, hasta fuertes dolores de estómago, así que hizo una visita a su doctor de confianza, quien le mandó a hacer una serie de exámenes, entre ellas la colonoscopia, dando como resultado el diagnóstico de un tumor sumamente avanzado en todo el cólon: poseía cáncer colorrectal.
Al mostrar los resultados a su paciente, le dio un tiempo de vida de dos años si no se aplicaba un tratamiento, que entre ellos incluye una operación sumamente costosa, pero esto sólo alargaría su tiempo de vida unos 5 a 6 años más.
El doctor decide dejar la decisión en manos de paciente. Llegando a casa con esta triste noticia, el pobre hombre saluda a su esposa y a sus tres hijos, el primero graduado de medicina, el segundo aplicando el título de ingeniero civil y el último estudiando administración en la UCLA.
No era fácil hablar sobre el lamentable asunto de su salud, así que comenzó a repartir lo que sería su herencia a cada uno de sus seres amados. A su primogénito le dejó una fuerte suma de dinero, para que pueda montar el consultorio que tanto deseaba y ejercer con facilidad su carrera. Como lo que lo impulsó a estudiar ingeniería civil fue la constructora que su padre poseía, decidió dejar la empresa a nombre de su segundo hijo; para garantizar los estudios hasta el momento de su graduación, creó una cuenta exclusiva para el más pequeño y para el amor de toda su vida, una pensión, así no le faltara nada hasta el momento de su reencuentro en la eternidad.
Los familiares no entendían por qué la generosidad de tan bellos regalos. Era necesario explicarse y decir lo lamentable, así que con algo de desasosiego en sus palabras, anuncia el diagnóstico de sus análisis, el tiempo de caducidad de su existencia y el tratamiento que podía alargar sólo un poco su estancia en este mundo, prefiriendo gastar en la seguridad y estabilidad monetaria en ellos que en un proceso que apenas prolongaría su sufrimiento.
Aquella noticia impactó en la tranquilidad y alegría que se percibía en el ambiente, dejando un aura de tristeza entre los que rodeaban al hombre, pero a pesar de todo su silueta permanecía tranquila, él ya había vivido todo lo que deseaba, era momento de que su hijos experimentaran lo mismo que él y su esposa no se preocupara por ninguno problema después de su partida.
Citado nuevamente al consultorio de su doctor para un chequeo semanal de su estado físico, se encuentra con una maravillosa sorpresa: su familia esta reunida con el doctor aparentemente discutiendo sobre un tema en específico. El primogénito habla en nombre de todos explicando que ellos desean pasar más tiempo con su padre, sin importar que tan corto sea, ellos deciden reunir el dinero invertido en su herencia para pagar la operación de su padre y disfrutar de su compañía los próximos 6 a 7 años. Tal gesto cautivó tanto a su padre que accedió realizarse el tratamiento siempre y cuando sus hijos y su esposa lo acompañen en todo ese tiempo, logrando así vivir lo suficiente como para ver nacer a su primer nieto.
La herencia – Dedicado a Freddy Chávez y Ramón Montilla
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