En menos de un mes, en Venezuela se vendió el único canal de noticias ventana de la oposición, Globovisión, y se anunció la del mayor consorcio mediático del país, lo que analistas consideran como la transición hacia la nueva «hegemonía mediática», liderada por el presidente Nicolás Maduro.
«El clima de esta nueva política hegemónica no se expresa tanto en sanciones sobre los medios, sino en reuniones a puerta cerrada entre el poder político para esperar coberturas más complacientes», opina a la AFP el experto en comunicaciones y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello Andrés Cañizález.
En mayo, Maduro se reunió con los dueños de medios de comunicación privados para conminarlos a disminuir la confrontación mediática, luego de que un mes antes los desafió a tomar postura tras unas elecciones que lo dieron ganador por un estrecho margen de 1,49% de los votos por encima del opositor Henrique Capriles, quien las impugnó.
«Es la hora de la definición», les dijo el mandatario en cadena nacional. «Llamo a los medios de comunicación a la sensatez. A Venevisión, a Televen, a todos los medios, definan con quién están: ¿con la patria (…) o van a volver a estar con el fascismo?», cuestionó.
Para los analistas, aunque el gobierno no concreta su control sobre los medios a través de la compra o retiro de concesiones en el espectro radioeléctrico, los diálogos privados buscan negociar con ellos «sus líneas editoriales».
«El gobierno no excluye ninguna técnica para lograr su hegemonía», dice el experto en comunicación Antonio Pasquali. «Algunos dueños terminan cediendo. Cuando comienzan a perder clientes y publicidad la pasan muy mal», agrega.
Para los expertos, la venta anunciada el lunes de la Cadena Capriles, con más de 70 años en el mercado venezolano y dueña del diario de mayor circulación del país y de tendencia chavista (Últimas Noticias), genera dudas sobre posibles cambios editoriales en sus medios porque se desconoce la identidad del nuevo propietario.
Sin embargo, Cañizález estima que los futuros dueños de la Cadena Capriles continuarán teniendo la «venia del gobierno». «No es una posición cómoda comprar un medio en Venezuela», agrega.
Precisamente, la venta el 13 de mayo del canal de señal abierta Globovisión, que daba especial cobertura a los actos opositores, implicó un cambio hacia el «centro» en su política editorial anunciado por sus nuevos dueños, luego de que por casi una década mantuvo una tensa relación con el gobierno.
«Globovisión tiene una decena de casos abiertos (por supuestas infracciones y delitos), algunos con implicaciones de cierre y en 2015 se vence su concesión. ¿Quién pondría dinero allí sin tener la garantía del gobierno de que no lo van a cerrar?», pregunta Cañizález.
Con su venta, renunciaron su jefa de información y periodistas, y fueron despedidos «en buenos términos» algunos líderes de opinión como el diputado exchavista Ismael García, quien presentó un audio en el que se denunciaban presuntas divisiones en el oficialismo. También se redujo considerablemente la cobertura de los actos de Capriles.
Maduro heredó del fallecido presidente Hugo Chávez el Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP), creado en 2008 para dar cumplimiento al Plan Socialista de la Nación (2007-2013) que establecía como líneas estratégicas el control social sobre los medios y el fortalecimiento de los medios del Estado.
Según el Ministerio de Comunicación, en 2011 se contabilizaron 660 radios y televisoras privadas (70,4% del espectro radioeléctrico); 235 comunitarias (equivalentes a 25%); y 43 públicas. De las 43 radios y televisoras públicas autorizadas, 21 pertenecen al SNMP.
Para Cañizález, la nueva hegemonía comunicacional es diferente a la que ejercía el gobierno de Chávez, quien «no se reunía con los medios», sino que «mantuvo una actitud de confrontación abierta y de comunicación cerrada con los dueños», especialmente a raíz del breve golpe de Estado que sufrió en 2002 y en el que varios medios privados no cubrieron las manifestaciones populares reclamando su vuelta al poder.
El Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) estima por su parte que continúa existiendo una política de «control de línea editorial». Solo en mayo de 2013 registraron el cierre de dos televisoras privadas del estado Zulia (oeste), la salida del aire de seis programas de televisión en el país y el despido de dos empleados de Globovisión, el diputado García y un periodista.
La directora del IPYS, Marianela Balbi, asegura que el Estado aumentó en los últimos años su presencia en la pantalla de una a cuatro televisoras públicas más el canal subregional Telesur y circuitos de radio «con dependencia financiera, ideológica y editorial» del gobierno.
Pero la socióloga y analista de medios Maryclen Stelling rechaza que el gobierno ejerza un control absoluto de los medios: «Eso sería darle demasiado poder a Maduro», dice.
Stelling plantea más bien la existencia de una «coyuntura política comunicacional» donde el gobierno y los sectores mediáticos «pautan nuevas formas de convivencia en la que se reconocen dos fuerzas políticas de igual peso».
Para la socióloga, en Venezuela, un país muy polarizado, debe hablarse del nacimiento de una «política de centro» en la que llegó el momento de «conversar y pactar».
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