“El que gana se toma todo”. Abba, grupo musical.
Cristóbal Colon, había entendido una gran verdad: “Quien pega primero pega dos veces”. Quería ser el que alcanzaría la India, através de la dirección opuesta, al camino hasta ese momento usado. Con esa seguridad, el gran navegador genovés, encaro el océano, dirigiéndose hacia aquello que pasaria a la historia, como uno de los errores de evaluación más evidentes de todos los tiempos. A veces, aquel que quiere ser el primero, se arriesga, de tener un fracaso estrepitoso. Otras veces, puede encontrar América.
Son muchas las historias, de empresas y de emprendedores, que en momentos de dificultad o nada menos que catastróficas, han encontrado, una clave de lectura distinta o imprevista, que después la chispa que ha encendido su éxito.
En el libro Strategia océano blu. Vincere senza compitere, Estrategia del océano azul. Vencer sin competir (Etas, Milano, 2005 y 2011), de W.Chan Kim y Renée Mauborgne, proponen una teoría, según la cual, los mercados se dividen metafóricamente, en dos grandes océanos paralelos: uno de color rojo y otro de color azul. El primero es aquel, donde las empresas y los productos se mueven según la lógica de la competencia, donde el pez mas grande se como al mas pequeño y donde el pequeño para permanecer con vida, inventa estrategias que, bajando los precios y buscando competitividad, van inevitablemente a erosionar los márgenes de ganancia y además la calidad del producto. En cambio el oceano azul, es aquel donde, através de la innovación, se crean nuevos segmentos de mercado, en donde existe la posibilidad de nadar solos (es precisamente lo que desde hace 20 anos es capas de hacer una marca como Apple). De todos modos es natural, que también cualquier océano azul esta destinado, con el tiempo, a convertirse en presa de seguidores, que se introducen en el mercado, tiñendo de rojo aquello que hasta ese momento, era un océano sin competencia.
La capacidad del emprendedor está en la investigación permanente, para dictar con autoridad, nuevas reglas.
Puede suceder, sin embargo, que quien posee una idea original, por el hecho de haber sido el primero en tenerla, se encuentre en la condición de ver desaparecer su sueno de realizarla, asistiendo impotentemente, al éxito de otro, con una idea análoga o similar.
Así le sucedió al genio de Antonio Meucci, que antes que nadie, en 1854, tenía la capacidad para hacer correr la voz, uniendo dos puntos distantes e inventar el teléfono. Seguramente, muchos en el mundo no saben de la existencia del inventor Florentino y están seguros que el inventor del teléfono fue Alexander Graham Bell, el fue el primero que patento en 1876 el invento, 20 anos después que Meucci, quemando así la invención del italiano, que por muchos anos, estaba buscando con mucha dificultad, el dinero para registrar su invencion.
Por eso, si piensas que tu idea es innovadora y original, cree en ella hasta el final, introdúcete en un segmento del mercado, libre de competencia, patentandola para salvarla.
www.iolivo.com