Hace apenas un mes y medio Venezuela atravesó un capítulo crítico en su historia democrática. Todavía recuerdo la voz de Tibisay Lucena anunciando unos resultados que le quitaron la esperanza a la mitad del país para que luego viniera una rueda de prensa de Henrique Caprilesjustamente paradevolvernos esa esperanza.
Los días después de las elecciones presidenciales fueron muy complejos para los distintos actores políticos de nuestro país. Henrique Capriles demostró en sus distintas apariciones públicas que el proceso electoral estuvo lleno de irregularidades que claramente afectaron el resultado final. Tantas fueron las irregularidades y las denuncias que las elecciones se terminaron impugnando y esto nos llevó a la inevitable pregunta: ¿Se le puede creer al CNE? ¿es transparente el arbitro?
La imagen, forma de actuar, discurso, valores, entre otras cosas, del CNE se ha colocado en tela de juicio desde el 14 de abril. Si bien desde mucho antes se cuestionaba al árbitro electoral, la gota que derramó el vaso cayó hace apenas 45 días. El fuerte y directo discurso de la Mesa de Unidad y distintos voceros de oposición hacia este actor político hacen que prácticamente uno se quede sin argumentos sobre si vale la pena o no participar en otras elecciones.
El país atraviesa ahorita una etapa post electoral muy compleja. La inflación publicada por el BCV es mucho mayor a lo estimada por el gobierno, los índices de escasez de productos de la cesta básica siguen sin bajar y la crisis política dentro del PSUV se nota a simple vista. El llamar a unas nuevas elecciones llevará a muchos actores políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, a desviar su discurso para buscar agradar a sus electores, pero eso no solucionará de ninguna manera los problemas de fondo.
El presidente Maduro buscará en los próximos meses de dirigir su discurso hacia dos frentes: un enemigo y las elecciones. Al centrarse en ambos, tratará de distraer a su audiencia para ver si de alguna manera la crisis no nos pega tan duro.
Pero al final del día, para la oposición, la pregunta de fondo debería seguir siendo la misma: ¿ se participa o no en las elecciones? ¿Por qué?
La respuesta no es para nada sencilla. En lo personal, pienso que se requiere de mucha madurez, paciencia y reflexión para poder dar una respuesta objetiva. Dejo la pregunta en el aire porque claramente no tengo la respuesta. Pero sea si o sea no, estamos a pocos meses de que se vuelva a decorar la ciudad de caras de dirigentes y “dirigentes” y así pues continúe el bochinche electoral…
que colocaron al Consejo Nacional Electoral una vez más en tela de juicio.