Ante una importante audiencia, se llevó a cabo el bautizo del poemario La huella infinita del doctor Edgar Benítez. La actividad, realizada el miércoles en la Fundación Juan Carmona de EL IMPULSO, contó con el apoyo de la Fundación Sociedad Amigos de Barquisimeto (Fundasab), mediante su programa Aula Abierta al Ciudadano y Rotary Internacional.
Magaly de Pantoja, en representación de Fundasab, inauguró la velada con una afectuosa bienvenida a los familiares, amigos y creadores que se dieron cita en la Sala Alternativa.
Seguidamente, la madrina y presentadora del poemario, la docente Mariela Garmendia, conversó con los presentes acerca del autor o poeta secreto, como también le llamó a Benítez. Garmendia destacó que si bien no es el primer libro, es el más reciente, ya que el galeno escribió también Cantos materiales y El candil escondido.
“La poesía va amarrada a su vida. En la obra de Edgar se encuentra un elemento importante, que en La huella infinita está superado. Esa angustia presente en Cantos materiales y en El candil escondido se vuelve una especie de tensión, entre la angustia y la celebración. Hay una madurez poética impresionante y trascendente”.
Añadió que mucha de la poesía de Benítez es producto de su gran capacidad para contemplar lo que lo rodea.
“Es un ser capaz de sumergirse en los pozos más profundos de su ser, de donde es capaz de extraer su palabra poética con fuerza y vigor. Llega incluso a la visceralidad de lo contemplativo. Esto se debe a la fascinación que tiene por la cultura japonesa, la que tiene más influencia sobre su poética”.
El silencio
Otra consideración que acotó la escritora estuvo referida al silencio que realiza el doctor Benítez en su obra. “El silencio en la poesía de Edgar es algo increíble. Si es importante lo que dice, también es muy importante lo que deja de decir. Sus silencios son bien estructurados y oportunos. La poesía está hecha también de tiempo, y en ese particular él es un maestro”.
Seguidamente, representantes de las instituciones aliadas, Héctor Pantoja (Rotary Internacional), Marco Tulio Mendoza (Fundasab) y Alicia Feaugas de Carmona (Fundación Juan Carmona), se acercaron al escenario para bautizar, junto a familiares, amigos y creadores del doctor Benítez, el poemario, contentivo de 62 cortos y densos poemas. El padre Pepe Castañeda ofició el bautizo de la obra.
Al concluir, los organizadores hicieron un paréntesis para que el escritor Yeo Cruz hablara sobre El Parque, la primera novela corta de Salvador Garmendia, recientemente develada gracias a la Asociación de Escritores del estado Lara (Asela).
Es importante mencionar que el artista plástico Alirio Echeverría, autor de la portada del libro, también dirigió palabras de salutación a la audiencia y al autor de La huella infinita.
Agradecido
Como un acto de fe, amor y esperanza describió el poeta Benítez la receptividad del público para con su nueva propuesta poética. Agradeció a sus amigos, a sus compañeros de la Escuela de Medicina, a los colegas del postgrado en Psiquiatría, a los amigos de su época de cuentacuentos, a su familia.
“Este libro sale gracias a la persecución del profesor Alfonso Jiménez, presidente de Asela, por el profesor Yeo Cruz, quien se encargó del libro, por Alirio Echeverría, autor de la portada y gracias a mi esposa”.
Posteriormente, acompañado por las notas que le incorporó el músico Fernando Fréitez a la velada músico-literaria, el doctor Benítez leyó una selección de sus poemas al público, entre estos uno dedicado a su hija Claudia, sencillamente hermoso.
También declamó “Realmente somos cuanto hemos amado, nada más, nada menos”.
Otro. “Sólo el silencio dice la palabra final”.
Entre anécdotas e interesantes historias, el poeta fue desnudando sus andanzas poéticas hasta llegar a La huella infinita.
“He querido celebrar la presencia de la huella de lo sagrado en todas las cosas, desde una pequeña piedra, en los seres, en el hombre, en la amistad, en el amor, en el sufrimiento, en los sueños, en el recuerdo, en el olvido, pero sobre todo en la relación nupcial que existe entre palabra y el silencio”.
Hay una intención de comunicación, expresó.
“Mi más grande deseo es que estos versos puedan quedar en el mundo interior del lector”.
“Sé que algún día, mi única residencia serán estos versos”.