Sin un milagro a la vista, a las iglesias católicas venezolanas se les exhortó a racionar el vino para las misas, ilustrando los problemas de escasez que atraviesa la economía del país sudamericano.
«Estamos pidiendo a los padres y obispos que racionen el vino y busquen alternativas durante esta emergencia», dijo José Antonio Da Conceição, una autoridad eclesiástica venezolana.
Las cabezas de la Iglesia dicen que el problema surgió cuando el proveedor local del vino sacramental tuvo una mala cosecha. Tras ello, buscaron importar, pero las empresas les dijeron que era imposible obtener dólares para llevar el vino a Venezuela por el estricto control cambiario vigente.
Esta ha sido una queja común de los empresarios privados durante los 14 años de gobierno socialista del fallecido Hugo Chávez y, ahora, de la administración de Nicolás Maduro.
Con una limitada producción interna y dificultades para importar, los productos básicos, desde harina de trigo hasta pañales y papel higiénico, son cada día más difíciles de conseguir en Venezuela, lo que causa largas filas e, incluso, altercados en los supermercados.
Maduro asegura que la oposición y los empresarios inescrupulosos están tratando de sabotear a la economía y a su nuevo Gobierno a través del acaparamiento de productos.
Además, el mandatario ha reclamado a los venezolanos por realizar «compras nerviosas», lo que contribuye al desabastecimiento.
En las últimas semanas, emprendió una serie de reuniones con líderes empresariales privados para buscar soluciones.
La escasez de harina de trigo también ha afectado la producción de hostias para la comunión, dijeron voceros del clero.
Mientras, la Iglesia Católica de Venezuela ha dado permiso a sus sacerdotes para que usen diferentes tipo de vino sacramental.
«En extrema necesidad (…) se podrían usar provisionalmente vinos chilenos o argentinos, de buena calidad -los franceses, españoles e italianos también, pero son muy costosos-«, sugirió un comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana.
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