Reflexión – Día de Jacinto Lara

Presentar los hechos históricos que dan personalidad a una región es una obligación del estado. El conocerlos, aprenderlos y difundirlos contribuyen a despertar el respeto por estos símbolos, que de alguna manera presentan la idiosincrasia de un pueblo, acrecientan el amor por su terruño y fortalecen el carácter colectivo. Y eso es bueno. Nuestra posición religiosa no riñe de ninguna manera con el amor y la pasión que tenemos por la historia. Ni mucho menos con el compromiso del sistema educativo nacional. Más aún, con un personaje oriundo de nuestra emblemática Carora, como el general Juan Jacinto Lara.
¿Cómo no considerar la figura de este caroreño de pura cepa, paisano de mi amada esposa, cuando se celebra su onomástico, si fue la única figura que participó durante toda la lucha emancipadora, que se inició en Caracas en 1810 y culminó en Perú en 1824? Les cuento. En 1810 comienza su carrera militar al ser nombrado «comandante de milicias» de Araure y Ospino. La primera intervención militar la lleva a cabo en 1811 nada más y nada menos, bajo las órdenes del Generalísimo Francisco de Miranda. En 1812 recibió el cargo de teniente coronel y bajo las órdenes del “Libertador de Continente”, Simón Bolívar, combatió en la batalla de San José de Cúcuta en 1813. No podía perderse la gloriosa Campaña Admirable y combatió en Niquitao, Los Horcones y Taguanes. Estuvo involucrado en las operaciones de Occidente y sirvió bajo las órdenes de otro “Grandes Ligas”, el maracucho Rafael Urdaneta. En 1815 y 1816, ya, como comandante de las operaciones, tomó San Antonio de Mucuritas. Y en 1818, acompañando nuevamente al Libertador, toma a Morillo en Calabozo. Luego en 1819, junto al colombiano Santander, venció a Tolrá en Casanare.
Juan Jacinto Lara no podía dar descanso a su voluntad libertadora y en Ecuador, luego de su destacada actuación en la Batalla de Junín en 1824, se le designó comandante general de división de retaguardia del ejército. Allí, la misma providencia lo ubica bajo el mando de otra gloria patria. El Gran Mariscal de Ayacucho, logrando un resonante triunfo en Corpahuaico, lo cual deja su nombre grabado en la historia de la Independencia de Venezuela. Para 1831, disuelta la Gran Colombia, luego de la muerte del Libertador, evaluando el mar de intrigas y la avalancha del agua putrefacta de la política y que los políticos de hoy asumen con “hidalguía”, se retira de la vida pública. Muere, en la capital musical de Venezuela, el 25 de febrero de 1859.
Así, como la posición religiosa no riñe con los valores históricos de un país. Igual debe ser el compromiso del estado en relación a la libertad religiosa. El derecho que tiene el estado en promover sus símbolos patrios, es el mismo derecho que tiene el ciudadano de adorar a Dios con una conciencia absolutamente libre. Como está consagrado en el artículo 59 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Igualmente, así como el estado se ocupa de exaltar la personalidad de los héroes que reflejan los triunfos por la libertad y la independencia de una nación. También, el habitante del mundo, creado por obra y gracia de Dios, certificado por las Sagradas Escrituras, tiene el derecho y el deber de presentar a la humanidad las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Libertador del pecado del hombre, conforme lo establece la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en su artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”
Ojalá, los gobiernos que regirán el destino político de las naciones en el futuro, incluyendo el de Venezuela, así como estatutariamente, a través de la ley, indican la obligación de exaltar a los héroes de la independencia, no restrinjan el derecho de adorar a Dios con libre conciencia y coartar la libertad religiosa. Cosa, que de verdad creemos, será coaccionada y perseguida, en un futuro no muy lejano. Así está profetizado. ¡Nos encontramos el martes que viene, con el permiso de Dios! “Inglaterra tiene dos libros- La Biblia y Shakespeare- Inglaterra hizo a Shakespeare, pero la Biblia hizo a Inglaterra.” Víctor Hugo.