A cualquiera que se desplace por la antigua carretera Carora-Barquisimeto, cerca del sitio conocido como Puente Torres, le llamará la atención, al lado, una especie de capilla donde se observan numerosos objetos, en su mayoría placas de vehículos, exhibidos en las paredes.
En la entrada se ubica una valla en la cual se lee “Bienvenidos al santuario de Domingo Antonio Sánchez” y diariamente son muchos los conductores que se detienen para cumplir con una ceremonia destinada, de acuerdo a quienes la practican, a obtener protección para sus vehículos.
El creyente coloca una lata con cerveza en el altar central y retira una de las que otro ha dejado y riega con el líquido parte de su automotor.
“Esto es para que Domingo me lo proteja de un robo o un choque, o que me proteja a mí y a quienes me acompañan”, explican quienes cumplen con este ritual.
¿Quién fue Domingo Antonio Sánchez?
La historia o leyenda indica que se trató de un trabajador de cerca de 40 años, residenciado en El Garabatal, conductor de un camión utilizado para traer cerveza de Maracaibo a Barquisimeto.
La madrugada del 19 de septiembre de 1954, Sánchez se dirigía al Zulia y en el kilómetro 77 de las recordadas “curvas de San Pablo, se quedó sin frenos, perdiendo el control de la unidad que fue a estrellarse a toda velocidad con las defensas del puente sobre la quebrada Las Cruces, nombre atribuido a otros accidentes fatales ocurridos en el lugar.
Domingo Antonio Sánchez pereció en el sitio y en principio sólo se colocó una cruz recordatoria.
Refiere la leyenda que pocos días después un conductor de apellido Mambel, también en horas de la noche, se detuvo en el sitio al haberse apagado su carro.
Mientras esperaba en la oscura noche se le presentó un hombre, le tocó el vidrio y le preguntó qué le pasaba. Luego le abrió el capot del vehículo para revisarlo.
Refirió Mambel que el desconocido metió sus manos en el compartimiento del motor y el carro prendió inmediatamente.
El conductor bajó a darle las gracias al desconocido pero no lo encontró. No le dio mucha importancia al hecho pensando que había salido de la carretera hacia el bosque inmediato.
Pero a los pocos días vio una foto de Sánchez y lo reconoció como el mismo que le había puesto en marcha su carro.
La versión comenzó a circular y muchos conductores atribuyeron “favores” a aquel camionero que se convirtió en una leyenda.
Primero hicieron una capillita, la cual se ha venido ampliando con los años ante la necesidad de espacio para colocar las numerosas placas y otros objetos dejados por conductores agradecidos.
Y son muchos quienes, a pesar de no tener que dirigirse por ese tramo carretero, se desvían para rendir tributo al alma de Domingo Antonio Sánchez, así como también se observa la foto del camionero en los vidrios traseros de unos cuantos vehículos que circulan por el país.