Themiz, la dama de la Justicia

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(A la honorable Presidenta del TSJ)
Cada vez que un juez falla a criterio particular, personal o caprichosa desfachatez de un hombre no me queda más que pensar que esta hermosa mujer que representa la justicia se vendó los ojos para no ver la decrepitud de las decisiones de los que investidos falsamente por tan bello precepto de Dios la manchen y deshonren. Si, esta bella, hermosa y sobretodo justa mujer se vendó los ojos porque conoce los hombres y no desea ver las decisiones de quien la tiene en sus manos, ya que la justicia se administra exclusivamente en nombre de Dios.
Nuestras leyes están basadas en sanos criterios, por lo que resultan de obligado cumplimiento, para su ejecución. Pero, cuando se pretende obstaculizar la libertad, y los jueces fallan, entonces lo obligado es no cumplirla, más aún, si solo pretende beneficio o ventajismo para un determinado partido. La principal cualidad que debe tener un político es su ética, además de coherencia y sinceridad en sus posturas, y rectitud de comportamiento respecto a las leyes y su cabal cumplimiento. No olvide que si los tribunales no hacen justicia el cielo sí.
Buen momento para actuar, en defensa de la decencia y dignidad de su profesión, bastante maltratada, por la evidente manera reprobable de actuar de mucho de los líderes de hoy y de quienes se esperaba, actuaran conforme a los principios de la moral y la justicia.
Deseo de corazón que haga frente y anule con su presencia ese terrible diagnóstico de decadencia y colapso del derecho en nuestro país, de sus obligaciones sociales, sus instituciones, sus crisis de justicia y sobre todo, de sentencias torcidas, de conspiraciones morales, penosos episodios y de la capacidad de muchos conciudadanos, para traicionar los más excelsos valores.
Siempre he considerado que la profesión de juez es una misión tan alta, que ubica a aquél que la ejerce por encima de un prelado y más cerca de Dios. Sin esfuerzo, sabemos lo que procede de Dios y lo que por Dios será juzgado. Queda en manos de USTED como Presidenta del Honorable Tribunal de Justicia, imponer la justicia por su cercanía a él, para que la ilumine en la pronta y trascendental decisión que ha de tomar por boca de Dios y no de hombre.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Art.19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)

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