Sin tregua CLEL: Sesión bufa

Existen regímenes perversos y autocráticos, como el que padecemos, semejantes a una alcantarilla mal tapada, por cuyos bordes sólo emanan desgracias de todo tipo: adulancia, fortunas obscenas nacidas entre gallos y media noche, diluvios de lágrimas capaces de hacer a un cocodrilo avergonzarse, villanos que se dicen hijos de otros villanos, quienes, desde la campanilla de la lengua para afuera, son mártires obreros, y desde ella para adentro, gustan vivir como “burguesitos”. De todo habíamos visto, hasta que los diputados oficialistas del Consejo Legislativo realizaron una sesión bufa, en homenaje a los Guardias Nacionales agresores de los estudiantes, quienes exigían al CNE la realización de una auditoría, debido a los vicios que constituyen fraude en el proceso electoral del 14A.
El poeta Mario Benedetti en “Curados de espanto y sin embargo”, fustigaba el que en su país se hubiera condecorado al tirano Augusto Pinochet, calificando la medalla impuesta: “18 kilates de puro sarcasmo”. Al recordar los versos del poeta, uno puede pensar que un día de estos van a convocar otra sesión bufa del CLEL para honrar a los más conspicuos violadores de derechos humanos en Nuestra América. “El día de hoy, la mayoría gobiernera del Consejo Legislativo del Estado Lara, aprobó la creación de la Orden “Augusto Pinochet”, cuya medalla será impuesta, post morten, a Anastasio Somoza, Alfredo Stroessner y Rafael Leónidas Trujillo”, reseñará la prensa nacional y mundial. Con esto quiero resaltar que las balas y los perdigones, en su trayecto homicida, no debaten sobre ideologías, pero terminan hiriendo o matando gente, aunque se disparen en defensa de un régimen infartado, al que el pueblo venezolano ya le administró el Santo Óleo de los Enfermos el 14A. Y a pesar de que haya ingenuos convencidos de que las escopetas de la GNB, esparcen flores blancas, aceites aromáticos, cremas para el cuidado de la piel, y abundante protector solar, debemos denunciar que es plomo, perdigón y gas del bueno, el que dispararon y echaron a unos muchachos inermes, y quienes lo hicieron no merecen llamarse “Héroes de la Patria” sino criminales que deben ser investigados y encarcelados.
En efecto, en la sesión bufa objeto de este Sin Tregua, los que hablaron, como también el “mudo” que tiraba el aplauso, y escondía las manos, justificaron la agresión brutal contra los estudiantes, autocalificándose de “héroes de la patria”. Falta por ver, en qué lugar del mundo es héroe quien dispara perdigones, y maltrata física y psicológicamente a un grupo de muchachos y muchachas indefensos.
En un país donde los militares se sienten guapos y apoyados, y la Fuerza Armada es un aparato de ideologización, contrario al artículo 328 constitucional, puede pensarse que la comentada sesión bufa es la que merecían. Lo que si resulta repudiable, es que el Ministerio Público haya asistido a esa ópera bufa, pues es parte fundamental del sistema de protección de los derechos humanos en Venezuela que debe conocer y pronunciarse sobre los sucesos de violencia ocurridos en Barquisimeto entre el 15 y 16 de abril. Décadas atrás, sectores de la izquierda larense se organizaron en Comités de Derechos Humanos. El sacerdote Adolfo Rojas, especie de Rasputín oficialista, casi expelía olor a santidad por sus luchas en pro de los derechos de los estudiantes agredidos en esos tiempos. Hoy no dicen ni pío. ¿Será que sólo los “revolucionarios” tienen derechos humanos? Hay silencios cómplices que ofenden.
Una cosa es cierta. Aquí, Las garras de Carujo quieren asfixiar nuevamente las libertades civiles, la razón y la justicia. Llegó la hora de enrostrarle al impostor de Miraflores, la frase luminosa del Dr. José María Vargas: “El mundo es del hombre justo”. Y como en estos tiempos, las carujadas se esconden tras el manto de Bolívar, digamos con el poeta ecuatoriano Pablo Vela: “Bolívar, en tu nombre soberano/se habla de libertad y se engalana/la farsa de un visir republicano,/con palabras de fe bolivariana./El árbol que sembraste con tu mano/ha dado frutos de apariencia sana;/pero, en su fondo mismo,/cada uno lleva el bárbaro gusano/contra la libertad: el despotismo./