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“Copiar lo real puede ser una buena cosa, pero la invención de lo real es mejor, mucho mejor.”- Giuseppe Verdi.
Existen personas, que saben olfatear, escuchar y entender los cambios de la sociedad y de los mercados, y a veces sucede que estos Golden Retriever emprendedores, sean de los outsider, alguien que puede tener el coraje y el atrevimiento de presentarse a pedir un crédito, en un banco, con unos blujeans rasgados y con el cabello como si se los hubiera robado a un domador de leones.
Entrar en un mercado que hasta cierto momento nadie ha pensado de atacar, es un desafío que se parece mucho a un salto en el vacío. Se necesita mucho coraje y en algunos momentos también cierta inconciencia. Muchas veces requiere importantes coberturas económicas, especialmente en un periodo en el que las instituciones bancarias, no se fían, de aquel que se propone, como alguien que ha pensado una cosa, que todavía nadie ha imaginado que pueda funcionar.
El tiempo de los pioneros, pareciera que se detuvo, para siempre.
Hoy todo párese mas complicado, que cuando Blas Olivo, se inicio en el mundo de las pastas, producto casi desconocido por la mayoría de la población venezolana, fundando Pastas Capri o cuando Lorenzo Alejandro Mendoza Fleury, comenzó a vender cerveza en Venezuela y creo la cerveza Polar o cuando Federico Carmona en 1890 funda su imprenta y desde allí comenzó a realizar lo que hoy es EL IMPULSO. Casi siempre, las ideas aparecen en la mente del visionario, primero que el nombre con la cual se harán notables.
Cuando nos queremos referir a aquellos, que en el mundo de las empresas, han encontrado antes que otros, una vía jamás recorrida, el concepto que llega rápidamente en la mente, es aquel del visionar.
El visionario, es aquel que logra visualizar en su propia imaginación, mundos posibles e inexplorados. Frecuentemente crea asociaciones de elementos presentes en la realidad, mejorándolos, modificándolos, agregando o sustraendo. En algunos casos sucede, que un producto innovador, se inserta por lógica, sobre su predecesor con características casi análogas. Por eso basta pararse a pensar en el ipad como una versión escalable del iphone: dos productos que tienen funciones y usos diferentes, pero que son uno hijo del otro.
En definitiva, el común denominador es el deseo de inventar, de atravesar terrenos desconocidos y ricos de empresa.
Quien golpea primero, golpea dos veces: tiene la capacidad de encontrar primero las exigencias del mercado, asumiendo incluso un riesgo de empresa, correspondiendo con frecuencia un gran éxito, que premia al que tiene la pasión y la determinación de ir adelante, acompañando su propia visión. El éxito le llega al que se establece como objetivo, el probar a cambiar, el orden de las cosas; aquello que cuenta es la voluntad de intervenir para modificar los hábitos y las costumbres de su propia época.
El emprendedor que quiere ser el primo, sigue, posiblemente sin saberlo, aquella cita que dice: “Nunca volver atrás, ni siquiera para coger impulso”
