Arte Sacro en Maracaibo

Nadie puede negarle al arte y a su difusión, el papel estelar que tiene en la elevación cultural de las sociedades a un estadio superior. La muestra de imágenes y objetos sagrados es una especie de florilegio en un tema ya no literario, sino de arte sacro. La historia de la Iglesia solariega en lo que atañe a imágenes, platería, música sacra, vestidos litúrgicos, tiene sus referencias. En 1608, la esposa del Gobernador de Maracaibo Fernando de Miyares, Inés del Basto, trajo las primeras imágenes para la Iglesia de Santa Ana y la Virgen del Carmen que se conserva en la Catedral de la capital zuliana.
En el recorrido por los templos del casco central de Maracaibo se puede admirar en la Catedral la imagen del Cristo Negro y el Santo Sepulcro y el Cristo yacente. Se trata de un sarcófago de carey esmaltado con varias piezas de plata trabajadas, fabricado en Guatemala.
En la Iglesia de Santa Ana además de las imágenes, puede recrearse el visitante con la colección de cuadros del siglo XVII del pintor mexicano o sevillano Juan de Villegas y la pintura de la Reina de la Compañía de Jesús del pintor mexicano Michael Cabrera de 1756. Un pulpito en madera antigua, los techos y un altar en hojilla dorada pueden dejar satisfecho a cualquier espectador.
En el Convento de San Francisco en la Plaza Baralt, se encuentra el Nazareno más venerado en la ciudad que data de la época colonial. Es una talla de vestir, articulada con potencias y una gran cruz de madera. Ofrecen curiosidad las puertas y confesionarios de estilo gótico y una imagen de San Francisco de Sales muy venerada.
En la Iglesia de Santa Bárbara hay un sagrario de carey y plata del Perú que suelen exhibir en el monumento del jueves santo, se trata de una pieza decorada con dos querubines. Lamentablemente no están expuestas al público las joyas de la Inmaculada, pero pueden admirarse el pulpito, la pila bautismal y las tallas coloniales de la pasión. Hay un cuadro de la colonia de grandes dimensiones de la Sagrada Familia del pintor mexicano Jhp Páez, lamentablemente poco destacado en el baptisterio.
En la esquina de las calles Carabobo y Obispo Lasso se encuentra ubicado el Museo Arquidiocesano, donde pueden verse varias colecciones de ornamentos litúrgicos, piezas de orfebrería, el Cristo de marfil, traído a Maracaibo en 1774 por Joaquín Primo de Ribera, dos piezas en madera hojillada de Aron y Melquisedec, la primera Corona de la Virgen de Chiquinquirá y el Niño Jesús de Praga.
Sin duda alguna que para los turistas es un atractivo irresistible visitar la tablita de la Virgen de Chiquinquirá, en la Basílica que lleva su nombre. Pero de la riqueza del arte sacro en Maracaibo dan igual cuenta, los altares y pulpito en mármol de la Iglesia de Santa Lucía en el barrio El Empedrado, el Cristo de la Iglesia de Cristo de Aranza, la imagen de Nuestra Señora de Las Mercedes o de la Milagrosa en los templos que llevan sus nombres. El retablo en madera trabajada del Hogar Clínica San Rafael o el formidable altar de la Iglesia de la Consolación en un templo de estilo gótico. La única copia del Cristo de Medinacelli que existe en Maracaibo en el Templo de San Judas. El extraordinario lienzo del Cristo resucitado del pintor español Sansegundo Castañeda en la Iglesia del Perpetuo Socorro.
Sería imposible detallar más, la extensa riqueza que hay en todos los templos de la capital del Zulia. Hay que preservar estos tesoros, que más allá del culto, pueden convertirse en fuentes de recursos para la región. Como bien señala Monseñor Roberto Lücker León. “El patrimonio religioso católico del pueblo zuliano está evidenciado en su rica imaginería y orfebrería, esto forma parte de la memoria histórica de pueblo grande que somos y la comprensión del arte sacro nos recuerda que como pueblo mestizo, nacimos a la sombra de la cruz y la Iglesia Católica es elemento constitutivo de la nacionalidad venezolana”.