“Ni el más malo que haya existido en la vida se merece un fin como este, menos mi prima que era una mujer de bien. Fue torturada salvajemente”, comentó Eli Bonilla, prima de la víctima.
El mundo para la familia Bonilla sigue detenido. Ayer unas 100 personas esperaban en la casa del barrio Bolívar de Quíbor porque los restos de Yennifer Secundina fueran llevados para darle cristiana sepultura, pero en horas de la tarde trascendió que la fiscal que lleva el caso ordenó la entrega para mañana.
En esa vivienda con techos de acerolit, sin frisos, de una sala, cocina y dos cuartos donde esperaban los familiares fue donde vivió Yennifer cuando hace 20 años llegó a Quíbor para estudiar el bachillerato. Había grupo de personas por todas partes; todos eran familiares quienes, consternados, esperaban a que en horas de la tarde llegaran los restos de la joven.
Había gente frente a la vivienda, en las esquinas de la cuadra. La aglomeración de personas llegaba hasta la siguiente cuadra.
Dentro de la casa no se podía caminar. Personas con los rostros largos de trasnocho y los ojos rojos de tanto llorar se observaban uno al lado del otro. Entre la gente destacaba un niño de unos 70 centímetros de alto, cabello rubio, piel blanca, facciones finas y ojos claros. Vestido con franela amarilla y pantalones azul. Era el hijo de Yennifer quien recibía el abrazo de los familiares mientras derramaban sus lágrimas, luego de tomar sus manos y besarle su frente como muestra de cariño.
Hilda Bonilla, tía de Yennifer, estaba parada en el porche de la casa. Comentó que desde que su sobrina llevó a Willian Colmenárez, el hombre aparentó ser tranquilo, educado, un tanto callado y tímido.
“En algún momento me sentí feliz porque creí que mi sobrina había encontrado un buen hombre que la haría feliz, pero nos engañó a todos. Ahora mírenos aquí, tristes”.
Dijo que el niño de Yennifer se lo entregarán a la abuela (madre) para que lo cuide. “Eso es lo mejor que le puede pasar, con nadie va a estar mejor. Toda la familia está de acuerdo con esta decisión”.
Cerca de ella también estaba Eli Bonilla, prima, quien dijo que ningún ser humano en la tierra se merece una muerte tan sanguinaria. “Ni el más malo que haya existido en la vida se merece un fin como este, menos mi prima quien era una mujer de bien. Fue torturada salvajemente”.
Otros familiares que llegaron desde Turén y Guanare, estado Portuguesa, y de Quebrada Grande, se mostraron herméticos.
Los habitantes de Quíbor siguen consternados por el caso y solidarios con la familia Bonilla.
En diversas zonas de la ciudad las personas se reunieron en oración para que aparecieran los demás restos de los miembros de la mujer. También pidieron al Todopoderoso fortaleza para la familia y bendiciones para el niño.
Muerte macabra
Se conoció que el Monstruo de Don Flores le mutiló las piernas a Yennifer Bonilla a la altura de los muslos, pantorrillas y pies. Además de haberle desprendido la cabeza con un machete. Aparentemente el hombre también le habría hecho cortes en los brazos.
Macabro objetivo
El propósito de Willian Colmenárez, el monstruo de Don Flores, luego de haber asesinado a Yennifer Bonilla, habría sido mutilarla y meter sus restos en la nevera con el objetivo de que no se descompusieran para así sacarlos poco a poco sin que los vecinos pudieran darse cuenta.
Aparentemente el error de Colmenárez fue haber dejado los restos a orillas del campo de Softbol Las Malvinas, por donde, según los vecinos, no pasan las rutas recolectoras de basura.
“Es posible que no hubiesen hallado los restos si el hombre los deja en un punto en el que los obreros pudieran recogerlos. Los miembros, al parecer, fueron ocultados entre la maleza que hay en las adyacencias del estadio, muy cerca de la aceras por donde pasan los vecinos y los animales, es muy posible que algún perro haya olido la bolsa y la dejó expuesta al tratar de comer algo”, comentó un policía de la zona que ha estado ligado a la investigación.
