La doble mastectomía a la que se sometió Angelina Jolie es la forma más radical de hacer frente al alto riesgo de sufrir cáncer de mama que tiene el 0,2% de las mujeres, portadoras de un gen que indica una mayor predisposición a la enfermedad.
El riesgo acrecentado de padecer cáncer de mama está vinculado a ser portadora de dos genes mutantes, el BRCA1, que es el que tiene la actriz, y el BRCA2.
En el caso de tener el primer gen, una mujer tiene un 70% de riesgo de haber sufrido cáncer o de padecer la enfermedad a la edad de 70 años, en tanto, las personas que llevan en su ADN el segundo gen tienen un riesgo del 50%.
En la población general una mujer de cada 10, sin añadir ningún otro factor de riesgo, sufrirá de cáncer de mama antes de llegar a los 70 años, según Dominique Stoppa-Lyonnet, jefe del servicio de genética oncológica del Instituto Curie de París.
Ambas mutaciones también aumentan el riesgo de cáncer de ovario, que padecen un 40% de las mujeres con la mutación BRCA1 y del 10% al 20% de las portadoras de la mutación BRCA2, dice Stoppa-Lyonnet.
Los dos tipos de cáncer se producen más en las mujeres predispuestas genéticamente, con una edad promedio de diagnóstico de 45 años para el cáncer de mama, y alrededor de 60 años en la población general. Su desarrollo es generalmente más rápido y tienen una mayor tasa de recaída.
Para estas mujeres, los médicos no tienen otra propuesta por el momento que dar vigilancia intensiva para detectar y tratar el cáncer lo antes posible, o la eliminación de los senos o los ovarios como medida preventiva.
«Optar por una extirpación preventiva de las mamas es una decisión desgarradora para mujeres como Angelina, pero sabemos que es una forma fundamental de salvar vidas», señala Delyth Morgan, directora de la campaña británica contra el cáncer de mama.
La doble mastectomía consiste en extraer la totalidad de las dos glándulas mamarias, es decir, los senos, las areolas y los pezones, preservando la piel.
Esta operación no es la panacea, pues no elimina completamente el riesgo de cáncer de mama, pero lo reduce en gran medida, «más del 90%», según el Instituto Curie.
«Es una cirugía mayor que no está exenta de riesgos. La decisión debe ser objeto de un acompañamiento adecuado en el tiempo», señala Stoppa-Lyonnet.
Para detectar los genes defectuosos, una prueba genética -con un costo de unos 2.000 euros- se propone a las mujeres en situación de riesgo, es decir, a aquellas con una historia familiar o personal de cáncer de mama o de ovario.
«La mutación se transmite en uno de cada dos casos y los hombres puede transmitirlo aunque no lo manifiestan», explica el doctor Olivier Caron, jefe de consultas oncogenéticas en el Hospital Gustave-Roussy de Villejuif, cerca de París.
Pero ser portador del gen mutante tampoco necesariamente condena a tener el cáncer. «Se puede ser portador del gen y no tener cáncer», señala. En cuanto al riesgo de desarrollar cáncer «también depende de otros factores, especialmente ambientales».
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