Caminito que un día
En la comunicación de Morillo al Ministro de Guerra, fechada en Barquisimeto el 22 de julio de 1818, reconoce el esfuerzo que recibió con la división de Canterac pero lamenta sin embargo que el mismo no se haya dado por lo menos un año antes en razón de que “ya los males estaban muy adelantados a su llegada”.
Pide buques de guerra, efectos marineros y tropas de reemplazo para el Ejército de Costafirme “de cuya conservación depende la de los demás virreinatos de este continente, así como su ruina arrastraría la de ellos por consecuencia”.
Los refuerzos, escribe, entre infantería y caballería, deben ser de 3500 a 4000 hombres y su más pronta llegada “cambiará enteramente el aspecto de las cosas”.
Cree Morillo y así lo garantiza en esta comunicación que si los enemigos de Rey en Venezuela son destruidos, se protege el Nuevo Reino de Granada, Cartagena de Indias, el Ejército del Perú y, además, se obtendrían otras ventajas.
“Por contrario –concluye-, sin Marina, sin recursos y con muy pocas fuerzas europeas como estamos en el día, cuente V.E. con que estas provincias sucumbirán precisamente al enemigo y que la pérdida de Nueva Granada es infalible”.
Insiste que el retardo en el auxilio que pide será fatal “porque la experiencia de la clase de guerra que se hace en estos climas, me ha enseñado la ineficacia de algunas medidas lentas que a lo sumo no han hecho otra cosa que prolongar la lucha, y perder mayor número de individuos” ; pone como ejemplo lo acontecido en Margarita cuya rebeldía “pudo sofocarse con un batallón oportunamente enviado, no lo alcanzaron después 3000 españoles mandados por mí de las mejores tropas de la Península”.
Insiste Morillo en la necesidad de actuar con rapidez, enviando los auxilios solicitados “pudiendo V.E. calcular que al recibir esta exposición, mi situación y la de este Ejército debe ser la más apurada”.
Pinta el deplorable estado de dicho Ejército “en estado lastimoso y miserable” pues “entregados a toda clase de privaciones, fatigas y trabajos estaría en el mayor abandono, sin esperanza de recibir socorro alguno por las Cajas ni Intendencia de estas provincias, cuando la multitud de enfermos que la miseria produce perecen en los hospitales por falta de auxilios”. Pone como ejemplo que desde el mes de enero no reciben ningún tipo de ayuda.
Asoma una suerte de protesta por un indulto real de 1817 favoreciendo a los emigrados comprometidos con actividades independentistas quienes se acogieron al mismo, pero fuera del lapso establecido.
Observa con aguda percepción de la realidad política ya formada para 1918 a favor de la independencia que Venezuela es “un país donde el espíritu de rebelión arruina a la mayor parte de los habitantes, cuyos delitos son continuos en todas las clases…”
Ante esta situación de evidente avance de la mentalidad independentista de todos los venezolanos, acusa a la Real Audiencia de benignidad con los rebeldes y lamenta que Heredia, Vilchez y Uzcalay ya no sean los Oidores, que conformaran dicho tribunal. La debilidad de los nuevos regidores en la aplicación de las leyes permite que “los traidores cuenten siempre con la impunidad de sus tentativas y sordamente minan los principios de nuestro gobierno, aumentando el número de descontentos y disponiendo la opinión de los habitantes a cuantas alteraciones quieran emprender contra su legítimo soberano”.
Pide cambios en dicho organismo judicial “si se han de conservar estos dominios” bajo el paternal gobierno del Rey.
Por si fueran pocas las circunstancias que abonan el desánimo de Morillo evidenciado en estas correspondencias que remite al Ministro de Guerra, Eguía, reposa ya en poder de Morillo, una comunicación de dicha autoridad, muy reservada y fechada 22 de febrero de 1818, en la que se le dice que el rey “ha visto sorprendido su real ánimo con las inesperadas noticias de las vejaciones y desafueros cometidos por las tropas” al mando de Morillo, “excesos que, sobre degradar la reputación que las distingue, provocan el descontento y execración de ese asolado territorio, dando motivo a las quejas de los vecinos y al disgusto de S.M.”.
Insisto en creer que Morillo vino esta primera vez a Barquisimeto en busca de refugio tranquilizador de su espíritu a los fines de decidir el rumbo inmediato de sus acciones. Aquí en Barquisimeto solicita al Ministro de Guerra ser relevado del mando del Ejército Expedicionario y en esa solicitud seguramente influyen todos estos factores que reiteradamente plantea en sus comunicaciones oficiales.
caminitoqueundí[email protected]
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