La flor como símbolo siempre ha estado relacionada con la mujer. Por lo menos es una de sus principales simbologías. Regalar una flor a una mujer es uno de los gestos más hermosos que puede tener un caballero con una dama.
Obsequiar una flor a una mujer en la celebración del Día de las Madres, aunque es un gesto en desuso por la vorágine globalizadora actual, constituye una práctica que preservan algunos larenses.
En las calles barquisimetanas se observa desde este viernes mujeres que llevan flores en su pecho. Unas son rojas, otras blancas, amarillas y rosadas.
Se trata, en la mayoría de los casos de mujeres que han sido homenajeadas en sus ámbitos laborales, públicos o privados. Ramón Querales, el cronista de Barquisimeto, es uno de los pocos hombres que llevan flores en su pecho por estos días.
Querales explicó: «Eso de colocarse flores en el pecho en el Día de las Madres es una costumbre muy vieja». Antes, por lo menos -agregó Querales-, «los barquisimetanos teníamos una peculiar forma de celebrar este día».
Contó que «cuando la persona llevaba una flor roja en su pecho, significaba que tenían la madre viva y lo felicitaban también por el privilegio de tener vivo a ese extraordinario ser humano».
No obstante, cuando se llevaba una flor blanca en el pecho, significaba que la madre había fallecido y uno también acompañaba en la pena al hijo e hija que llevaba esta simbología».
Por esta razón, una de las canciones venezolanas más famosas del Día de Las Madres, que aún suele interpretarse en los colegios, dice: «Madrecita del alma querida, en mi pecho yo llevo una flor, no me importa el color que ella tenga, porque al fin tu eres madre una flor».
Querales refiere que esta canción hace referencia a esa vieja tradición venezolana de celebrar el Día de las Madres con una flor en el pecho y demuestra el amor profundo por la madre, en su presencia física o en su ausencia. «La madre es el ser más extraordinario que puede tener cualquier ser humano», enfatizó Querales.