Nicolás Maduro -“El Ilegítimo”– recibió una herencia de poder por un testamento público que anunció el difunto tres meses antes de morir, éste el 14A electoralmente lo disminuyó significativamente al no poseer el carisma, arraigo y liderazgo del autócrata fallecido. Pero, adicionalmente, ello vino acompañado de un coctel que puede ser explosivo: una economía cuyos saldos están en rojo y no parece tener salida en el mediano plazo, salvo que se mantengan los precios del barril de petróleo sobre los cien dólares. Esos mismos que hicieron posible el impulso de ese bodrio que mientan “socialismo del siglo XXI”, promovido a nivel continental con un clientelismo subsidiado con esos recursos que comienzan a mermar y que no permitirán el financiamiento de economías foráneas como la cubana, ecuatoriana, boliviana, nicaragüense y varias otras del Caribe sin que se sientan los estragos de este manirrotismo “por esta ribera del Arauca vibrador”; así como tampoco podrá financiar el déficit fiscal y el paternalismo social que desataron sin medida, para nuclear y domeñar vastos sectores populares.
Maduro, pues, se mueve como un “barco a la deriva” en un mar de contradicciones, impulsadas po su carencia de liderazgo, la caótica política económica y las presiones de grupos internos que pugnan por tener control de espacios en la Hacienda Pública, que el difunto, como buen autócrata que fue, administraba a su sabor y gusto, en su totalidad.
Pero hay un factor que cobra mayor peso y del que se dice influyó en el finado para que ungiera a Maduro como sustituto, cuando tuvo la certeza médica de que su enfermedad era incurable y el desenlace a corto plazo: los hermanos Castro.
Luego, no es casual que la primera visita de “El Ilegítimo”, como jefe de Estado “mientras tanto”, haya sido hacia La Habana, donde, de acuerdo a sus declaraciones, estuvo cinco horas hablando con Fidel. La justificación ha sido absolutamente trivial, una supuesta firma de renovación de viejos convenios. Lo de fondo es lo que cuenta.
En efecto, Maduro viajó acompañado de dos civiles con poder, Elías Jaua y el superministro Rafael Ramírez, presidente de la todavía Pdvsa que le da a Cuba más de 200 mil barriles diarios de petróleo, a cambio de espejitos. Pero es que los cubanos manejan aquí varias áreas claves como la inteligencia y la contrainteligencia, la identificación, algunos de los planes sociales, en el mundo militar denunció el general en retiro Antonio Rivero por lo cual hoy permanece en los calabozos del régimen, en el PSUV, en todo. En otras palabras, Venezuela como República, por el trasnocho ideológico de los sujetos atrincherados en Miraflores, pasó a depender de un gobierno indigente.
Maduro tiene una papa caliente en la mano, sin saber como agarrarla. De allí sus vaivenes. En Maracaibo anunció la devolución de fincas plataneras y ganaderas a sus legítimos dueños, ante el fracaso de la administración de quien “ya no está” en adelantar en ellas cualquier proyecto que se propusiera, como el de darle la explotación de los “maduros” a Rusia, donde esa fruta no existe. Ahora mismo, en Argentina, acaba de ofrecerles las expropiadas tierras del Valle de Aragua para que hagan lo que ellos puedan porque la “revolución” también allí fracasó. Así mismo la participación de que abrirá los chorros de dólares al empresariado para recuperar el aparato productivo nacional, pero fracasó con el sistema de subasta del SICAD, continuando la política de desaparecer la industria privada nacional. La razón también es básica, “el gobierno” no aguanta la fuga de dólares por la vía del esquema de importaciones, que mutó un sistema funcional, en una vulgar economía de puertos, de la cual se benefician unos “enchufados”, pero con un altísimo precio como es la espiral inflacionaria y el desabastecimiento que nos azota.
¿Qué hará Maduro? Nadie, ni él mismo lo sabe, pero lo que uno ve es que está metido en un gigantesco brollo. Y creo que con ese gabinete reencauchado, con sus limitaciones como gobernante, y con los fracasados cubanos atrás, seguirá como “un barco a la deriva”. Una mustia herencia de poder, con las cuentas en rojo. No llegará muy lejos…
Sin tregua – Barco a la deriva
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