La escasez, además de acelerar la inflación en Venezuela, desata la más bestial especulación de los precios de los productos de primera necesidad, principalmente en bodegas y quienes realizan la economía informal de calle, sectores que difícilmente son supervisados por el Instituto Nacional para las Personas en el Acceso de Bienes y Servicios, Indepabis.
Y es que cuando la comida no es suficiente para abastecer a las familias, como viene ocurriendo desde hace varios meses en el país, adquiere un valor monetario superior al regulado, porque se cumple la poca oferta en contraposición con mucha demanda.
El producto de esta consecuencia es justamente el fuerte golpe que está castigando a los larenses.
Lo grave del problema es que los vendedores irrespetan el precio regulado por el Gobierno de los artículos y proceden a subirlos de forma indiscriminada, aprovechando que no se consiguen fácilmente y juegan con la necesidad de la gente.
Lo alarmante se presenta cuando las personas, ante el desespero por llevar comida a la casa, se hacen cómplices de la estafa y compran sin importarles el excesivo precio, muy por encima de lo justo.
Este drama lo comprobó el diario EL IMPULSO durante un recorrido que hizo por varias bodegas de la zona norte de la ciudad.
Como si fueran acordado los precios, todos vendían el pote de leche y la bolsa en 50 y 40 bolívares, respectivamente, y está regulada en 30,29 y 26,70.
El papel higiénico de cuatro rollos en 25, está regulado en 16,40, mientras de doce rollos lo venden al precio especulativo de 80 bolívares y está regulado en 50.
El aceite de un litro en 40, en tanto los supermercados lo comercializan en 26,70.
La margarina Mavesa de un kilo en 50 bolívares.
La mayoría de bodegueros aplica esta inflación de precios, ya que se las ingenian para surtirse de estos productos, muchas veces ausentes en los grandes supermercados de la capital larense. La harina para las arepas, la más buscada, una vez más no estuvo en los anaqueles.