Una vez más, el luto toca el corazón de una familia larense debido a la inseguridad que se vive. Parece ser el hueso más duro de roer para las autoridades.
Hay una vinculación fatal: el robo de motocicletas arrastra la vida de sus propietarios. Tal es el caso de Alvarado Arrieche quien ahorró durante año y medio para comprar su moto bera de color rojo. Se la robaron y perdió la vida.
Aproximadamente a las 7:30 de la noche de este martes, el joven de 25 años, quien trabajaba como vigilante privado en la empresa Guardianes de Seguridad, desde hace dos años, llegó a la calle 9 con carrera 2 de Bobare junto a su novia, minutos después de arribar, dos sujetos a bordo de una moto se metieron al local comercial y sometieron a las seis personas que allí se encontraban, le pidieron las llaves de la moto, el hoy occiso se opuso y le dieron un tiro en el mentón. Quedó con vida, lo sentaron en una silla y de inmediato lo trasladaron en un carro Malibú al ambulatorio, pero en el camino murió.
Alvarado trambién colaboraba con su familia que se dedica al cultivo de piñas y temprano había ido hasta el sembradío, sin imaginar que horas más tarde, no estaría entre los familiares, quienes hoy sienten gran dolor, inmensa tristeza y una gran sed de justicia pero por parte de Dios, ya que son cristianos evangélicos.
“Tenía cinco días con la moto. La compró con mucho esfuerzo. En la misma se trasladaba a la finca y al trabajo. Ultimamente cuidaba uno de los edificios de la avenida Los Leones de Barquisimeto”, informó el primo Goeyen Túa Arrieche.
Soñaba con ser funcionario
La víctima, trabajaba arduamente porque estaba construyendo la vivienda, en la cual pronto se mudaría con quien iba a ser su esposa y anhelaba ser parte del equipo de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, algo que no estaba lejano, pues según el primo, ya tenía el cupo para comenzar a estudiar.
Por su parte, Héctor Arrieche, uno de los tíos, dijo que el joven vivía con la madre y sus tres hermanos menores, era el sostén del hogar y en medio de sus lágrimas, aseguró que en vida, era un muchacho juguetón, que del trabajo iba a su casa. “¡Óscar nos va a hacer mucha falta!”.
Justicia divina
“Creemos en la justicia divina, sólo Dios tendrá misericordia. En este país no sabemos en quién creer; los gobernantes no gerencian. Ahora fue Óscar, mañana puede ser cualquier persona. Nuestra juventud no está segura, aquí hay una guerra fría”, aseguró Túa.