El desconocimiento opositor a la ajustada victoria de Nicolás Maduro en las presidenciales venezolanas por supuestas irregularidades ha acentuado la crispación política en este país fuertemente polarizado, con una radicalización del discurso del nuevo presidente y una oposición más agresiva que nunca buscando desgastarle.
¿Hacia dónde va el presidente Nicolás Maduro?
Al heredero del expresidente Hugo Chávez, visto hace unos meses como moderado, el desenlace de las presidenciales del 14 de abril -que acabaron con su impugnación ante la justicia por parte de la oposición- le obligó a adoptar una línea dura, con un discurso más propio de campaña que de un dirigente, señalan analistas.
«La radicalización (de Maduro) es una respuesta a un entorno hostil por la diferencia tan pequeña con la que ganó (1,49% de los votos) y por el cuestionamiento de la oposición, que lo convierte en el primer presidente no reconocido por la oposición en la democracia venezolana», comenta a la AFP Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.
Para el sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela Ignacio Ávalos, el «sorpresivo casi empate técnico» frente al opositor Henrique Capriles «le complica la vida a Maduro y tiene que cuidarse ahora de cara a sus fanáticos, sus feligreses» para no perder apoyo.
Ambos analistas sostienen que para complacer al ala dura del chavismo y evitar divisiones tras la muerte de Chávez -líder indiscutible del oficialismo durante 14 años – Maduro necesita mantener un talante firme.
La unidad mostrada hasta ahora en el chavismo responde al interés de «no perder el poder», pero a medio plazo pueden estallar divisiones, coinciden.
De cara al mundo, León indica que Maduro, que en dos semanas ha denunciado la supuesta injerencia de España, Perú y Estados Unidos en los asuntos venezolanos, debe mostrar «sumo cuidado».
Maduro «quiere mandar la idea de que Venezuela es completamente soberana y no permite ningún tipo de comentarios o injerencia, pero hay una diferencia importante (con Chávez): No tiene ni la misma legitimidad ni la popularidad».
Pero al margen del endurecimiento de su discurso político, Maduro tendrá que mostrar una vertiente más pragmática en materia económica en un país golpeado por la inflación, la escasez de productos y la sequía de divisas.
«En lo económico está obligado a buscar un entendimiento y canales de comunicación con el sector privado», apunta el analista político y director de la firma de consultores Polity, John Magdaleno.
«Las negociaciones vitales en el gobierno de Maduro se van a dar en el plano empresarial, no en el político, para negociar dólares, oxigenación cambiaria, precios o paralización de las expropiaciones», explica Luis Vicente León.
¿Cuál es la estrategia de la oposición?
Aunque Capriles y su coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) parecen conscientes de que recurrir a la justicia venezolana y a organismos internacionales no se traducirá en nuevos comicios, los analistas estiman que su objetivo es aprovechar el impulso electoral.
«La oposición aprovecha el momento para mostrar al mundo que en Venezuela hay una democracia procedimental, no integral, en la que se vota en medio de abusos de poder y de recursos públicos y en la que no se respetan las minorías (políticas), la división de poderes, la alternancia», explica el presidente de Datanálisis.
Magdaleno subraya que la MUD «busca fijar en la opinión pública nacional e internacional la duda razonable en torno al resultado de la elección, de que Capriles realmente sí pudiera haber ganado y poner en tela de juicio la legitimidad de Maduro».
«Pero la oposición debe migrar de la crisis de legitimidad a la protesta social que tiene su origen en los problemas económicos (…) Las elecciones parlamentarias de 2015 o un eventual referéndum revocatorio (de Maduro) en 2016 (a mitad de su mandato) podría ser demasiado tarde para mantener movilizado a su electorado», añade el consultor de Polity.
Ávalos comenta que pese a su derrota, la oposición logró una «gran victoria» pero considera que el fervor «no durará más de cuatro meses» y advierte de riesgos de división en la MUD.
«Lo que mantenía unida a la oposición era Chávez. Desaparecido el caudillo, volvemos a la política y puede fracturarse la unidad en torno a Capriles», agrega.
¿Hay riesgo de estallido de la violencia en las calles?
«En Venezuela no hay necesariamente un riesgo de estallido, pero sí un aumento de la conflictividad social. Decisiones erradas en materia económica que terminen afectando la calidad de vida de los venezolanos pueden conducir al país a una situación de mayor conflicto», responde Magdaleno.
«Poco probable», comenta Ávalos, «es cierto que se habla de familias enfrentadas, pero está radicalización se observa sobre todo en la clase media, que no suele movilizarse».
Pero León alerta que el riesgo es latente. «En una sociedad polarizada, en la que se plantea un conflicto existencial contra la otra, un ‘existes tú o existo yo’, el pueblo puede explotar y eso puede generar complicaciones de calle. La oposición no tiene interés en promover ese conflicto, pero siempre puede haber algo que se escape de las manos».
Las protestas opositoras que se desataron tras las elecciones dejaron nueve muertos y decenas de heridos, según el gobierno.