Sin tregua La revolución enguayabada

El régimen “cabello-madurista” se interna en el peligroso y escarpado barranco de la desesperación. El resultado electoral del 14A les mantiene pegados a la “rockola” con un despecho profundo e insondable. No saben que hacer con el dolor. Se sienten abandonados, traicionados por quienes consideraban suyos en alma, vida y corazón. Maduro y Cabello perciben engaño en aquellos que habían recibido sus migajas en forma de misión o pensión. En aquellos que duermen a las puertas de los mercales para comprar alimentos baratos pero de mala calidad o a las puertas de la XIV Brigada Militar en procura de algún artefacto eléctrico chino o chimbo, no sé. Aprecian perfidia en los venezolanos que caminan kilómetros con la bombonita en el hombro y que luego tienen que hacer largas e interminables colas para comprar el gas.
El guayabo, pues, es grande, porque estaban convencidos que son los propietarios de la inclinación electoral de todos nuestros compatriotas. Ese era su activo más importante, pues de esa manera aseguran que el erario público esté a su disposición para seguir enriqueciéndose. Para regalarlo a la dictadura bicéfala cubana, para comprar lealtades en el exterior, para pagar el costosísimo lobby que se hacen en otros países, incluso en el denostado imperio. El sobrante, como se sabe, se utiliza para chantajear a los venezolanos, mediante el “trabajo” que hace PDVSA como maquinaria electoral del régimen.
Hay que decir, además, que la petrolera estatal no descansa un solo día como maquinaria de la cúpula podrida rojo rojita. Cuentan con equipos de profesionales que administran la base de datos de todos los venezolanos que reciben algún beneficio: misión, becas, pensión, ayudas médicas, empleo…
El trabajo de miles de técnicos de PDVSA es garantizar el voto forzado de su clientela electoral. Han armado redes que se tejen con los activistas psuvecos que controlan los consejos comunales. Cual CDR cubanos, hacen un seguimiento exhaustivo de los pobladores de esos conglomerados humanos, a quienes persiguen, controlan u hostigan. Estos compatriotas son rehenes de una “revolución” que pretende imponer un pensamiento único en la mente de un pueblo indomable.
Ahora bien, luego de casi tres lustros de un dominio perverso de la arrogancia fascitoide se ha producido – el 14A – un verdadero cisma en el mero epicentro de este bodrio que mientan “socialismo del Siglo XXI”
El desodorante los abandonóoooo y del olfato de la ciudadanía volaron los tapones, y ha empezado a percibir de donde vienen los olores del abuso, de la incompetencia, del irrespeto, de la desidia, de la prepotencia, de la mentira y hasta de la necrofilia electorera, que la quería mantener entre el formol y las flores podridas que rodean lo que ya es un recuerdo.
Nada de lo que pergeñaron para usufructuar el único difunto que realmente les importa fue suficiente para garantizar la lealtad de quienes votaron el 7-O por un candidato enfermo llevado al suicidio por sus camaradas. La grosera e irrespetuosa campaña desatada en todo el espectro de su “hegemonía comunicacional” resultó infructuosa para refrendar, con una mayoría convincente, al ungido el 14A.
Gastaron lo que sobró de las costosísimas elecciones del 2012. Pero no obtuvieron lo que querían. Están enguayabados. Están desesperados y no logran entender lo que ha ocurrido. Solo eso explica la cadena de insultos del ilegítimo o la demostración más patética de fascismo, exhibida en la asamblea nacional –así, en minúsculas – donde a los diputados de la Unidad Democrática se les pretende cercenar su derecho a expresarse y, por defender con coraje la legítima representación popular de la que están investidos, fueron objeto de una brutal agresión. Así las cosas, esta asamblea corona su nivel de incompetencia al no controlar, no legislar y no parlamentar. Por Dios, entonces, Diosdado, bájale la santamaría, y que Maduro se atenga a las consecuencias.