Quizás los ancianos Castro se creen que mandan en Venezuela pero en verdad pasan el ocaso de su vida amarrando payasos.
Fidel fue superestrella mundial en su apogeo: Ahora parece Ninón Sevilla en viejas escenas de cine mexicano, meneando mambos en botiquines de mala muerte – la diva caída en desgracia – manoseada por cualquier borracho que le da comida mientras ella muere de mengua.
¿Quién se lo iba a decir? Desde Khruschev y Mao hasta Nicolás y Diosdado. Así concluye medio siglo de una epopeya que comenzó grandilocuente y termina en gimoteo.
Aquí hace rato manda una logia militar – criolla, colectiva y algo contaminada – a la que el occiso aportaba valor agregado político y alguna credibilidad internacional. En su seno acechan reediciones de Cara e’ Piña Noriega.
La agotada monarquía cubana les aporta camuflaje rojo, malevolencia y alguna materia gris: Pero – como Ninón en la miserable danzonera – ya no da para mucho más.
Sobrevive también una infantil, histriónica y cobarde «izquierda» – pero permanentemente agachada entre tanques y peinillas, guindada de soles que la escudan y sostienen. Sueltan risitas por sus trapacerías – se creen que se las comieron – y aún no entienden que perdieron la guerra.
El difunto traía auténticos rasgos de una fulgurante Eva Perón, pero ahora se nos apean con una Isabelita Martínez recién salida de burdel panameño. Acallan su pánico con los añejos meneos de Ninón, ridículamente estrafalarios en el 2013.
Ante un contundente descalabro político cualquier partido legítimo, democrático – y sobre todo inteligente – daría un paso al lado, permitiendo un recuento cabal de votos, para buscar el respiro de un cauce institucional y así consolidar una herencia política.
Quizás eso pasó por la mente del propio Nicolás en aquel arrebato de la primera noche. Pero los detritos del insepulto no son más que una vulgar gavilla delictiva que – cual rata acorralada – sólo sabe tirar zarpazos mientras negocia cómo y dónde alzarse con el botín.
Los Castro, sus imitadores, y las mafias que los usan de mampara no acaban de entender que el espíritu democrático venezolano es tenaz: Resistió 14 largos años sin quedar abatido por un aspirante a Fuhrer: Menos se rendirá ante su versión bufa, cual salida de «Los Productores».
Antonio Guzmán Blanco una vez dijo: «Venezuela es como un cuero seco, si lo pisas por un lado por el otro se levanta.» Esa Venezuela recogió el guante, perdió el miedo, sacó garra y reventó los mitos. El futuro no lo para nadie: ¡Enchufados temblad. Viva la libertad!