El martes 30 de abril quedó retratado el drama que se vive en el país a través de una coincidencia de hechos que merecen ser analizados para entender correctamente la penosa circunstancia que vivimos en este tiempo de “chavismo sin Chávez”. Tres episodios ocurrieron en paralelo como si fuera una jugada del destino. Cada uno en sí mismo es una vergüenza, pero la relación entre ellos es una tragedia.
Por un lado estaba el vicepresidente ejecutivo y el ministro de Información (Arreaza y Villegas) dando una rueda de prensa para denunciar la “invisibilización” de la gestión de Maduro por parte de los medios privados. No podían entender que los cuatro días que pasó Maduro en el Zulia y su visita a La Habana no había generado un impacto mediático superior a la detención del general Rivero y la negativa del CNE de auditar los cuadernos de votación. Vale recordar que Venezuela es el único país en el Continente donde el partido político de Gobierno controla editorialmente decenas de periódicos, cientos de emisoras y poderosos canales de televisión de señal abierta nacional e internacional. A pesar de esa monstruosa hegemonía mediática, utilizada además con exclusivos fines propagandísticos, se sentían afectados porque un diario como “Últimas Noticias” no titulaba en su espacio de apertura con una nueva promesa hecha por Maduro desde un lugar recóndito. Eso los hacía sentir “invisibles”.
Pero mientras Arreaza y Villegas dictaban cátedra de periodismo en VTV, en la Asamblea Nacional ocurría, de verdad verdad, el acto de invisibilización mediática más grande y grotesco de la historia. Comenzaba con retraso la sesión ordinaria convocada por el Parlamento, la cual solo se puede ver por el canal de televisión oficial ANTV, luego de que se le prohibiera a los medios de comunicación la entrada al hemiciclo. Los periodistas son confinados a un cuarto donde deben conformarse con un ver un monitor con la señal monopólica de ese otro canal controlado férreamente por el PSUV. Pero esta vez ANTV iba a pulverizar el derecho constitucional a la información oportuna con un acto de censura política sin precedentes en el mundo. La sesión comienza con la ratificación por parte de la Directiva de su decisión de prohibirle el derecho de palabra a los diputados de oposición, los cuales nunca fueron enfocados por las cámaras del único canal presente. Las tomas a los oficialistas se hacían cada vez más cerradas y se intercalaban con imágenes del techo del hemiciclo o un close up del escudo nacional. Era obvio que algo estaba pasando mientras ANTV fabricaba la ficción de que la sesión se hacía normalmente en ausencia de la bancada opositora. Finalmente fue imposible seguir con la farsa y ANTV suspende la transmisión para colocar un documental en contra de Henrique Capriles Radonski. Luego sale Pedro Carreño en rueda de prensa denunciando “peinaíto” que habían sido agredidos salvajemente por los diputados de la MUD. Goebbels se quedó pendejo. Sólo gracias a un video aficionado que logró sobrevivir a la requisa, los venezolanos pudieron conocer la realidad que pretendió ser “invisibilizada” y sustituida por el Gobierno.
Paralelamente a estos dos episodios ridículamente contradictorios, Nicolás Maduro estaba guillao comiendo cotufas junto a su mejor amigo Winston Vallenilla disfrutando de una función privada y hasta ese momento secreta del Circo du Soleil, uno de los espectáculos predilectos de la burguesía capitalista mundial. O sea, se estaba autoinvisibilizando. El crimen parecía perfecto, ya que había guardado la grabación de la condecoración a la selección vinotinto sub 17 para colocarla en cadena nacional después de la rueda de prensa de Arreaza y Villegas y dar la sensación que estaba trabajando mientras disfrutaba relajado del espectáculo. Pero un tuit de Capriles denunciando ese lujo de los “enchufados”, lo obligó a salir de la función a “inaugurar” un teatro cercano desde donde admitió (a posteriori) que se había escapado “dos horitas” para ver gratis con su familia el Circo más capitalista del mundo. No se da cuenta que es él quien ha invisibilizado con su torpeza y en tiempo récord a Chávez.
En contraste con esta trilogía de la infamia, el líder opositor Henrique Capriles estaba en la calle en un nutrido acto con los trabajadores de las empresas básicas de Guayana. Solamente un medio, que no es señal abierta además, cubrió el evento. Pero Capriles no se siente invisible, porque quien está en la calle de verdad haciendo historia y quien está seguro de su liderazgo, no le importa lo que digan los medios.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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