Con ocasión del 50° aniversario de la organización Amnistía Internacional, el artista plástico Marteen Baas creó Empty Chair (La silla vacía), una silla cuyo respaldo se desdibuja en una escalera que se prolonga hacia el cielo y denuncia «el silencio impuesto a aquellos que piden mayor libertad de expresión». La obra fue dada a conocer hace un par de años pero mantiene plena vigencia cuando se entiende que ha sido en honor de Liu Xiaobo, el premio nobel de la paz 2010, cuya prisión impidió que recibiera el galardón y quien aún sigue injustamente encarcelado por ejercer su derecho a pensar libremente. Debe recordarse que en 2010, pese a las presiones de China, el Comité del Premio Nobel galardonó a una silla vacía para recalcar la ausencia de Xiaobo, y con ello enviar un mensaje a miles de presos políticos.
Aquella decisión del Comité noruego (que es el que otorga el premio nobel de la paz), tal como lo ha dicho Reporteros Sin Fronteras, es un gesto de una dimensión histórica a favor del movimiento por la libertad de expresión en China. La emergencia de China como potencia económica mundial, con paso fuerte, ha colocado en un segundo plano para no pocos gobiernos la cuestión de la masiva violación de derechos civiles y políticos en el gigante asiático. Las relaciones económicas se imponen ya que muchos gobiernos democráticos cuestionan la censura o la falta de libertades en diversas naciones, pero que callan cuando se trata de denunciar a China. Venezuela, por ejemplo, mantiene estrechas relaciones comerciales y financieras sin colocar en discusión el papel represivo del régimen chino.
No es la primera vez que la comunidad internacional defensora de derechos básicos se fija en Liu Xiaobo, quien está encarcelado injustamente por su lucha pacífica. En 2004, por ejemplo, fue recompensado con el Premio Reporteros sin Fronteras para los defensores de la libertad de prensa. En un mensaje dirigido en tal ocasión, declaró: “Aunque el Partido decrete leyes cada vez más estrictas contra Internet y que las tecnologías de control mejoren sin parar, el poder no podrá nunca controlar ni censurar por completo Internet.”
El premio Nobel de la Paz de 2010 es un ex profesor de filosofía de la Universidad de Pekín. Ha mantenido una línea clara: la prensa china debe convertirse en un contrapoder frente a la omnipresencia del Partido comunista. Siendo consecuente con sus ideas, Liu Xiaobo ha venido luchando sin descanso por el principio universal de la libertad de prensa, ha pedido públicamente la liberación de los periodistas y disidentes encarcelados, y ha difundido sus puntos de vista –incómodos sin duda para el régimen comunista- en Internet o en los periódicos de Hong Kong y de la diáspora china. Por todo esto perdió su libertad.
Tras defender públicamente el movimiento democrático de los estudiantes en junio de 1989, Xiaobo, de 54 años, fue encarcelado durante dos años. También fue condenado a tres años de reeducación para el trabajo en 1996 por discutir el papel del Partido único.
Detenido nuevamente en diciembre de 2008, se quedó casi un año detrás de las rejas antes de que lo inculpasen oficialmente de “subversión”. A decenas de periodistas extranjeros, diplomáticos y partidarios del disidente se les negó asistir al juicio, que tuvo lugar el 23 de diciembre de 2009. El día de Navidad, fue condenado a once años de prisión por “subversión del poder del Estado”. Las autoridades le reprochan la publicación de unos artículos en Internet así como su participación en la elaboración de la Carta 08, texto de referencia del movimiento democrático chino.
Lanzada el 8 de diciembre de 2008, víspera del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Carta 08 fue elaborada siguiendo el modelo de la que fue difundida en 1977 por unos disidentes checoslovacos. Más de trescientos intelectuales y militantes pro derechos humanos son los signatarios originales. Actualmente recoge miles de firmas. La cárcel no ha hecho cesar en Liu su convicción democrática.
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