Luego de haber sido parte de la familia Bararida por más de 13 años, el único león del Parque, llamado Simba por la conocida película del rey de la selva, deja una huella imborrable tras morir el pasado 15 de abril.
Myredi Brazao, jefe de la división de Manejo y Salud Animal del Parque Zoológico y Botánico Bararida, explica los inicios de Simba en la institución.
“Llegó aproximadamente a los tres años de vida, después de ser decomisado en una finca del estado Zulia donde había un cría ilegal de felinos. Luego de ser parte del zoológico de ese estado, en el 2009 hicimos un intercambio con ellos y Simba logró ser parte del Bararida”.
Aunque los felinos se caracterizan por su fortaleza e imposición entre los demás animales, Simba era diferente. En su llegada al parque tenía problemas de mal nutrición, maltrato físico y además, su genética feroz fue modificada porque poseía un problema grave de consanguinidad, debido a que fue cría de una pareja del mismo núcleo familiar.
Estas características eran fáciles de identificar pues manifestaba un retraso, no poseía borla en la cola como todos los de su especie, su melena no era tan frondosa como se acostumbra y tenía un tamaño más pequeño de lo usual.
A pesar de estas condiciones, la familia Bararida se dispuso a recibirlo. “Como a todos los animales de nuestra casa, lo apreciábamos y queríamos muchísimo”, manifestó Brazao.
La enfermedad
A inicios del mes de abril, Simba comenzó a mostrar inapetencia.
Su alimentación, caracterizada por 16 kilogramos de carne interdiarios, fue disminuyendo al punto que solo consumía entre 1 y 2 kilogramos. Para los médicos veterinarios, esa situación disparó un llamado de alerta.
“Algo raro estaba sucediendo porque eso no era normal en él, por esta razón el 8 de abril se le hizo el primer monitoreo en vista de la inapetencia que tenía. En primera instancia se le examinó la boca para descartar cualquier problema dental, posterior a ello, se extrajo una muestra de sangre y se comenzó a hidratarlo a través de fluidos.
Simba estuvo fuera de exhibición hasta saber con exactitud el diagnóstico”, explicó la veterinaria.
Por ser el único zoológico que cuenta con laboratorio clínico en el país y su respectivo bioanalista, los exámenes del león se hicieron dentro de la institución y en ellos se arrojaron algunos parámetros alterados.
Brazao expuso que “los resultados no concordaban con los rasgos normales de su especie, en vista de eso, comenzamos a hacer un tratamiento sintomático a lo que nos estaba guiando el resultado, en un principio presumíamos de una alteración renal o algún problema digestivo”.
Los días posteriores a los exámenes de laboratorio, Simba dejaba de ser el mismo, continuó con el tratamiento indicado, pero ninguna de las buenas intenciones del personal médico pudo contra la voluntad de la naturaleza.
“Llegó un momento en que la inapetencia era total y en vista de la situación tan delicada en la que estaba Simba, el 13 de abril decidimos hacer una evaluación más profunda. Invitamos a varios especialistas a que colaboraran en el caso, llamamos a Gilberto Segnini anestesiólogo veterinario, quien contaba con los equipos necesarios para monitorear al león”.
Cuando se hizo la valoración interna, prosiguió la especialista, nos dimos cuenta que presentaba unas lesiones quísticas que comprometían el 90% del hígado y 20% del riñón.
“Estas eran condiciones incompatibles con la vida”, explicó con tristeza la jefa de Manejo y Salud Animal.
A pesar de las condiciones de extrema enfermedad que presentaba el león, el esfuerzo de los médicos continuó en el área de cuidados intensivos, sin saber que la despedida llegaría tan pronto.
“Pensar en una cirugía donde ya se tiene comprometido el 90% del órgano es una opción poco viable, además, era un animal que tenía 13 años, por lo que ya había superado su expectativa de vida. Silvestremente viven hasta 8 años y en cautiverio pueden llegar a 20 años, pero Simba ya venía con sus problemas genéticos”, sostuvo Brazao.
Aunque las condiciones del animal cada día empeoraban, el personal no estaba preparado para despedirlo tan rápidamente. Dos días después del exhaustivo cuidado intensivo, Simba murió el 15 de abril en la mañana.
“Cuando fuimos a darle el tratamiento ese día, nos dimos cuenta que el león ya estaba sin vida. Para la familia Bararida, fue un dolor muy profundo. Comenzamos a realizar los informes y a notificar al pueblo larense pues, al igual que nosotros, tienen un gran aprecio por los animales del parque”.
Aunque la institución ha recibido algunas críticas por la muerte del rey de la selva, la veterinaria asegura que el zoológico ha sido un refugio para aquellos animales que fueron obtenidos por tráfico ilegal.
“Aquí están mucho mejor y las edades de nuestros animales reflejan que la alimentación y los cuidados han sido efectivos, las personas deben recordar que para nosotros el objetivo no es sólo exhibir sino mantener el cuidado de las especies y fomentar el nacimiento de criaturas en extinción”.
Aunado a ello, la especialista destacó que el parque zoológico no compra ni vende animales bajo ningún concepto. Su misión siempre será mejorar la calidad de vida de sus especies y, aunque han pensando transformar la institución a unas características más modernas, consideran que el modelo sostenido por 45 años ha garantizado el éxito.