Dictamen
La cultura fascista tendrá siempre como máximo exponente al dictador alemán Adolf Hitler por la resonancia histórica que tienen una guerra mundial y un holocausto. Sin embargo detrás de esas tragedias se esconden los métodos políticos del nacionalismo nazzi que siguen vigente en muchos países, incluyendo a Venezuela. La comparación podría resultar injusta si nos enfocamos solo en los hechos, pero luce oportuna en cuanto a los métodos, filosofía y estrategias.
En Wikipedia definen al proyecto político del fascismo así: La instauración de un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas o revanchistas que conducen a la violencia ya sea de las masas adoctrinadas o de la seguridad del régimen contra los que el Estado define como enemigos por medio de un eficaz aparato de propaganda.
No es casualidad que desde la campaña electoral Nicolás Maduro haya comenzado a acuñar el término de fascista para definir a la oposición y a comparar a Capriles con Hitler. Y es que es una práctica común de este Gobierno acusar a la oposición del crimen que ellos mismo cometen para despistar como hace el ladrón de carteras en una plaza cuando grita “ahí va el ladrón” para poder salir corriendo impunemente con su botín. Por lo tanto no debe ahora extrañarnos todo lo que hemos visto luego de la elección del 14 de abril.
La detención arbitraria por parte de la GNB de más de cien estudiantes en Barquisimeto a quienes se les torturó obligándolos con maltrato físico a alabar a Maduro, el espionaje y la persecución a los empleados públicos a quienes se les despide si no comprueban su lealtad a Maduro, y el veto a los diputados de la MUD a quienes se les quiere obligar a reconocer públicamente a Maduro como requisito para tener derecho de palabra; constituyen un cuadro de fascismo puro que debe ser denunciado a tiempo nacional e internacionalmente. Parecen Romanos persiguiendo a los cristianos.
Que Maduro tenga que recurrir a la fuerza para ser reconocido como Presidente, sólo comprueba su ilegitimidad. Pero no conforme con eso, el régimen apela a la técnica del “autoatentado” para justificar su represión con miras a controlar de forma absoluta el poder. Hoy se le condena a Capriles y a la oposición en general por crímenes inexistentes o al menos ajenos a su responsabilidad directa como por ejemplo la supuesta quema de todos los centros de asistencia médica en el país. Al igual que hizo Hitler con el incendio del edificio del Reichstag que sirvió de excusa perfecta para suspender garantías, intervenir las gobernaciones y perseguir a la disidencia hasta su exterminio. Si Capriles no hubiera responsablemente desconvocado la marcha al CNE en Caracas, quizá la analogía con el autoatentado del Reichstag y sus consecuencias se entendiera mejor.
Las similitudes de nuestra realidad con la Alemania Nazzi no son nuevas ni pocas. Tanto allá como acá se forjó una hegemonía absoluta bajo el manto de una legalidad democrática y constitucional. Las gobernaciones paralelas dominadas por el partido oficial usadas hoy en Venezuela para neutralizar a la disidencia legítima y burlar la pluralidad, son un invento patentado por Hitler hace ocho décadas. Igual que las milicias llamadas allá Camisas Pardas y la técnica de controlar el parlamento mediante el enjuiciamiento de diputados opositores. Nada nuevo que la historia no conozca. Nada que no tenga ya un nombre: Fascismo.
La única y gran diferencia es la falta de liderazgo y autoridad de un presidente con asterisco que en plena juramentación dice: “Ha fallado la seguridad aquí, me han podido dar un tiro, me imagino que alguien debe cuidarme”. Así no se gobierna. El precario o nulo liderazgo de Maduro hacen ineficaces las represiones fachas en nombre de un Gobierno que actúa como una compañía anónima de puros accionistas minoritarios con capital nacional y extranjero. Tiene el brazalete, tiene la propaganda, tiene el bigote; pero al final no tiene con qué.
Yo sí reconozco a Nicolás Maduro. Reconozco que es un fascista, mentiroso, paquetero y cachorro del régimen cubano.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
Twitter: @chatoguedez