Para ilustrar un planteamiento dinamizador del desafío larense, nada mejor que iniciar esta reflexión con palabras de ese gran escritor alemán que fue Goethe: “La cosa más importante en este mundo no está en saber dónde nos encontramos, sino en qué dirección estamos caminando”.
Ante la coyuntura del estancamiento económico y político que vive Venezuela, las provincias tienen que abrirse paso. El tiempo corre y para mañana es tarde. La región larense tiene todo para albergar una explosión de proyectos que necesitan jerarquización. No hay duda, como dice Asdrúbal Baptista que “la gente ya está en las ciudades y ello es un logro histórico indispensable de la sociedad venezolana”.
Barquisimeto, que ya es un encuentro de caminos, puede convertirse en la ciudad de la idea. Necesita precisar los emprendimientos a corto plazo. Sacarle partido a su ubicación geográfica, con tres urgencias: construir un moderno y elegante terminal de pasajeros comparable a las estaciones de trenes de Amberes, Copenhague, Madrid o a la Gare du Nord de Paris. El aeropuerto de Barquisimeto tiene que ofrecer servicios aéreos para distancias medias con pequeños aviones y helicópteros a la manera de los que presta en Estados Unidos “American Eagle” hacia ciudades como Maracaibo, San Cristóbal, Barinas, Acarigua, Valera, Coro y Ciudad Bolívar. Es potenciar los lazos de solidaridad para que el empresariado gane tiempo en los negocios. Como la ciudad ferroviaria de Venezuela, tiene historia. La construcción de esta red debe ser iniciada y el asesoramiento japonés no le vendría mal.
El capital humano tiene que ser informado de que para el año 2025 Barquisimeto debe convertirse en la capital alterna de Venezuela. Ello implica instruir a la población con elementos civilizatorios que van unidos a un perfil humano donde se eduque la población para este objetivo. Imponer el aprendizaje de cuatro idiomas: inglés, alemán, chino y portugués brasilero. Una escuela de líderes, con el propósito claro de hacerse del poder, como lo hicieron los tachirenses en el pasado. Volver a la educación moral y cívica, para el comportamiento urbano y el aprecio por la vida del ciudadano. Becas que le permitan a la región tener técnicos de primera, sobre todo para afrontar imponderables en materia de incendios, catástrofes y seguridad industrial.
Barquisimeto necesita continuar su remozamiento. Iluminación de sus plazas, monumentos, templos y edificios públicos importantes. Arborización de sus calles y avenidas, como un reto a la cultura de la sequía. Dotar a la ciudad de fuentes para bajar la temperatura. Crear una policía de seguridad ciudadana a la manera de los carabineros chilenos.
Lara ya es una referencia en materia industrial. Hay una consolidada agroindustria, productos alimenticios, vinícolas y lácteos propios, empresas siderúrgicas y metalmecánicas en pleno crecimiento. Un icono de su potencial económico sería ofrecerle al país y a la exportación de sus productos y manufacturas la certeza de su control de calidad, como lo han hecho los canadienses. Las Cámaras de Comercio e Industria deberían estudiar el ordenamiento y utilización de la energía del comercio informal. Ya la limpieza de buhoneros de la formidable avenida 20 fue un acierto invalorable.
El relanzamiento de Barquisimeto es el despegue de Lara hacia el futuro. Requiere de la modernización y salubridad de los barrios de su periferia este y oeste. La construcción de gimnasios y canchas deportivas en todos sus rincones como lo hizo México. El embellecimiento del Mercado del Manteco. La preparación del personal hotelero para la potencialización del turismo. La asesoría de productores de ideas. Posee como un recurso inicial el coraje del Gobernador Henry Falcón y la promoción de los anhelos de la región a través del Diario El Impulso, decano de la prensa nacional, la fe católica que inspira la protección de la Divina Pastora y el hecho de ser capital musical de Venezuela.