Transcurridos ya tres lustros de este adefesio llamado Socialismo del Siglo XXI, que todavía muchos no terminan de entender, a la luz de sus actuaciones –no podemos llamarlas realizaciones– es posible extraer algunos de sus preceptos, cánones o principios, si es que así los podemos denominar.
Destruye todo lo preexistente, nada de lo hecho en el pasado valió la pena, todo fue una argucia de la derecha apátrida para engañar al pueblo soberano y a los pobres; no dejes empresa viva, expropia, regula, controla, paraliza, mientras que esperemos lo que se le ocurra al líder para jugar con el futuro del país.
Insulta siempre que puedas a todo el mundo, no le pares a investiduras o condición de género, social, profesional o racial: el Papa, los mandatarios extranjeros, reyes, princesas, escuálidos, gringos, judíos, directores de medios de comunicación, médicos, empresarios, escuálidos –por supuesto-, y hasta a los mismos compañeros de la revolución que por un momento se alejen del dogma impuesto.
Niega la evidencia, no hay mejor forma de gobernar que mintiendo, en este país no hay delincuencia, muertos en las cárceles, presos políticos, censura ni escasez de nada, ni apagones, ni explosiones en refinerías, somos la última chupada del mate, la Cocacola fría en pleno desierto.
Achaca la ineficiencia propia a otros, para eso están Busch, Obama, el Rey de España, los cachicamos, los zamuros, las iguanas, los rabipelados, Globovisión, El País, y, por supuesto, el Imperio.
Adula siempre a los hermanos caribeños, son incomparables, la isla es un dechado de felicidad y sus gobernantes un ejemplo de democracia – ¡vale más la pena ser cubanito!- no se olvide que el centro de decisiones del proceso revolucionario está y estará por siempre en La Habana.
Subsidia todo lo que puedas, el petróleo, la vivienda, los alimentos, los medicamentos, la gasolina, los aparatos chinos, los carros iraníes, el petróleo da pa’ todo en este Socialismo Petrolero Rentista del Siglo XXI.
Regala a los países hermanos lo que te pidan siempre que se alineen contigo en la OEA, en la ONU, para derrotar al cruel e injusto Imperio. Dona casas, hospitales, asfalto, escuelas, aviones, lo que sea, de todas formas en esta patria socialista no falta de nada, nos sobra solidaridad y ganas de que los demás sean revolucionariamente felices.
Elogia siempre al Líder, al Ungido, al Benemérito, al Omnisciente, el Ubicuo, al Mandamás, en fin, al Corazón de la Patria, quien desde su lecho de enfermo crónico manda más que un dinamo, aprieta la mano con fuerza, firma nítido y legible, y está en pleno ejercicio de sus capacidades mentales. ¡Aunque usted no lo crea!