#Opinión: ¿“San” Nicolás? Por: Carolina Jaimes Branger

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Según el DRAE, un santo es alguien perfecto y libre de toda culpa, una persona de especial virtud y ejemplo. En el mundo cristiano, santo es aquél a quien la Iglesia designa y manda que se le dé culto universalmente.

Un santo, para ser reconocido como tal, debe pasar por un proceso que por lo general dura décadas, a veces hasta siglos. Como el de Juana de Arco, que tomó casi 500 años por lo complejo y polémico. Y no solo por su vida -durante la cual se declaró enviada de Dios porque escuchaba voces provenientes del cielo, se rebeló al tribunal de la Iglesia, vistió ropas de hombre, se cortó el pelo y dirigió en la guerra a las tropas francesas contra las inglesas- sino también por su muerte en la hoguera, acusada de herejía. Demostrar que su proceso condenatorio había sido injusto y plagado de irregularidades tomó solo veintitrés años, pero de allí a declararla santa transcurrieron más de cuatrocientos cincuenta años.

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Por eso digo que santificar a alguien es complicado. La Iglesia Católica, en la mayoría de los casos, se toma su tiempo. Porque primero deben confirmarse las virtudes heroicas de la persona que se quiere elevar a los altares. Luego, al producirse el primer milagro comprobado por un equipo de teólogos, médicos y otros científicos, se procede a la beatificación. Y no es hasta que se comprueba el segundo milagro que se da curso a la canonización. Hasta ahora no se ha proclamado a nadie santo en vida. Pero en Venezuela podríamos ser la excepción, porque aquí tenemos a Nicolás, que ya ha obrado milagros.

Si lo canonizan se llamaría “San Nicolás”, como el que trae los regalos de Navidad a los burgueses en muchas partes del mundo. Y no es casualidad: nuestro Nicolás logró que siete millones y medio de venezolanos mayores de dieciocho años se convirtieran en burgueses ¡la mitad de los votantes activos, las dos quintas partes del padrón electoral completo y la cuarta parte del país! ¡Milagro!

Pero no solo fabricó burgueses, que bien podrían tener conciencia social. Fabricó “derechistas”. Nunca la “derecha” había logrado adherir tantos adeptos en tan poco tiempo. Nicolás ha resultado ser una “fábrica de derechistas” que haría palidecer de envidia al mismo Hitler, a Franco o a Mussolini ¡Milagro!

Nuestro Nicolás, siendo candidato de un partido, en la práctica ejerció como el jefe de campaña del candidato de otro partido, pues cada vez que hablaba, engrosaba la intención de voto por su contrincante. Le aportó la friolera de casi un millón de votos en diez días de campaña electoral ¡Milagro!

¿Hay dudas de que nos encontramos ante un nuevo santo?… Pareciera que no, pero les cuento que sí, que surgen dudas. Repito que el tema de la santidad no es tan sencillo como parece. ¿Qué tal si más bien hubiera sucedido, por ejemplo, que en vez de que nuestro Nicolás haya hecho milagros, le pasó que su santo -que no sé quién es porque va de Cristo a Sai Baba y de Sai Baba a Cristo (en medio de los espíritus de la sabana)- “se le haya puesto de espaldas”, en otras palabras, que le cayó la mabita? Si ése fuera el caso debe “encomendarse a un buen santo”, porque hay pavas dificilísimas de contrarrestar.

También podría tratarse de que fuera “un santo de pajares” el término que se aplica a una persona cuya santidad no es de fiar, porque pareciera que “se está comiendo al santo” cuando extrema su devoción en las prácticas religiosas y el resultado es un exceso de beatería no creíble. Pudiera pasar además que alguien de su entorno cercano esté tratando “de alzarse con el santo y la limosna” y dejarlo “para vestir santos”. Eso pasa porque nuestro Nicolás ha resultado un experto en “desnudar a un santo para vestir a otro”…

Y es que la suya no es “santa palabra”, como sucedía con las de su antecesor. Porque cada vez que Nicolás habla, pareciera que “se le va el santo al cielo” y termina confundido y confuso. Eso hace que cada día sea menos “santo de la devoción” de la “mitad mayoritaria” y de muchos de la “mitad minoritaria” que votaron por él…

@cjaimesb

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