El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el domingo una amplia reestructuración de gabinete que dejó fuera de la cartera de Finanzas a Jorge Giordani, uno de los ideólogos de los complejos controles de cambio y de precios que acumulan una década de aplicación en el país petrolero.
Maduro, juramentado el viernes por la Asamblea Nacional como presidente hasta el 2019, hizo los cambios de gabinete y del consejo de ministros en medio de la crisis interna que ha generado un reclamo de la oposición por el recuento de votos, tras unos cruciales comicios que ganó por estrecho margen.
«Tenemos que controlar la inflación, los factores especulativos que inciden en la formación de precios, garantizar más productos nacionales, una economía que pueda moverse en la coyuntura», dijo Maduro.
En su reemplazo en el despacho de Finanzas fue designado Nelson Merentes, quien venía conduciendo el Banco Central y que tiene ahora además el cargo de vicepresidente económico, una función que se ejecuta dentro del consejo de ministros.
«Tengo gran confianza en Nelson Merentes, nos conocemos desde hace muchos años (…) Vamos a fortalecer Cadivi, la Sicad y todos los mecanismos que sean necesarios», añadió en referencia a los instrumentos que maneja el Gobierno para administrar el férreo control de divisas.
Giordani, un reservado académico marxista y peso pesado de la administración del fallecido Hugo Chávez, se hará cargo únicamente de la Planificación económica de Venezuela.
En Venezuela, el país con las mayores reservas de crudo del mundo, conviven un Estado con alto control de la economía y un debilitado sector privado, que ha ido mermando su capacidad ante la oleada de nacionalizaciones y una creciente burocracia.
Giordani, un profesor apodado «el Monje» por su dedicación al trabajo y su estilo austero, fue uno de los mentores económicos de Chávez.
«Nadie cree que el modelo cambió, pero debilitar a Giordani es positivo», escribió Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica.
En la renovación del gabinete fue ratificado Rafael Ramírez como ministro de Petróleo y Minería, un cargo de alta relevancia al manejar 9 de cada 10 dólares que ingresan a la economía local a través de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Maduro realizó en total 17 cambios de ministros en 31 ministerios, lo que contrasta con el estilo de Chávez, su «padre político», que casi siempre dosificaba los cambios y prefería los enroques.
«(Queremos) un gobierno más socialista, más humano», justificó Maduro.
El candidato opositor a la presidencia en las elecciones del 14 de abril, Henrique Capriles, desmeritó los nombramientos en la red social Twitter y dijo que el enroque de funcionarios acusados de burócratas o corruptos a otros ministerios es «más de lo mismo».
El flamante presidente, que intenta sortear la turbulencia política generada por las elecciones, designó a varios jefes militares como secretarios de Estado y agradeció a las Fuerzas Armadas por el apoyo que le brindaron desde que Chávez lo escogió como heredero político.
También ratificó como ministro de Defensa a Diego Molero, quien ha sido blanco de las críticas opositoras por mostrarse a favor del partido socialista durante las elecciones, pero designó al general Wilmer Barrientos al mando de un nuevo organismo de seguridad de Estado para proteger el vulnerable sistema eléctrico.
UNA VIEJA RELACIÓN
Giordani y Chávez se conocieron cuando el líder socialista estaba en prisión por un intento de golpe de Estado en 1992. Bajo los 14 años de gobierno del carismático militar, el ahora ex ministro de Finanzas ocupó en tres períodos la cartera de Planificación y Desarrollo, y, tras un breve receso, en el 2009 volvió al ministerio cuando se fusionó con el de Finanzas.
Giordani es un férreo defensor del control de divisas adoptado en 2003 para frenar la fuga de capitales en medio de la alta inestabilidad que siguió al golpe contra Chávez del 2002 y el paro petrolero. También se convirtió en una de las piedras angulares de la transición hacia la economía socialista.
Además, está a favor del rígido esquema para fijar los precios de los productos básicos y escrutar los costos de producción, en un intento por combatir la galopante inflación que el Gobierno achaca a la especulación del sector privado.
La oposición y los analistas lo ven como el principal culpable de las distorsiones económicas que limitan la producción interna y alejan la inversión extranjera, en una economía que todavía enfrenta una inflación de dos dígitos y carga con onerosos subsidios que golpean las cuentas públicas.
«Por las buenas somos buenos y trabajamos, pero no vamos a aceptar más nunca el saboteo», dijo Maduro lanzando una alerta a empresas y particulares que han sido señalados de especuladores.