#Opinión: Sin tregua – ¡Por Lara y por Venezuela! Autor: Macario González

El gran derrotado el 14-A fue Maduro y su pésimo gobierno. Ni siquiera usando sin escrúpulos la imagen del presidente Chávez. Ni siquiera usando sin escrúpulo alguno los dineros públicos y el ventajismo de las instituciones del Estado. Maduro perdió más de 700 mil votos de los que le dejó Chávez como herencia. Ninguno de los votos que logró son de su propio mérito. Hubo, pues, más de 700 mil chavistas que esta vez votaron por Capriles. En realidad, Capriles creció casi un millón de votos. Todo eso obviando los resultados claramente cuestionables en centenares de mesas de distintos centros de votación en todo el país.
Ahora bien, nadie en Venezuela – salvo el grupito de corruptos rojo rojitos enchufados – se merece un gobierno presidido por un “liderazgo” tan pobre, miserable y escaso. Ni el pueblo psuvista, ni el pueblo del cambio democrático, ambas mitades casi idénticas en tamaño. Uno sintió pena ajena escuchando el “discurso” del 14-A por la noche desde Miraflores, que nadie aplaudió. Fue una vergüenza. Aún si los resultados hubiesen sido 100% transparentes, hay que ser muy mezquino para seguir con las amenazas e insultos de “burguesía apátrida” al 49 y pico % de los electores. Desconociendo la legitimidad y hasta la existencia de tan enorme cantidad de compatriotas.
Maduro amenaza e insulta a millones de obreros, de trabajadores, de habitantes de ciudades y pueblos que votaron por el cambio. Los llama “burgueses apátridas” y amenaza con criminalizarlos como de nuevo hizo con los trabajadores del sector eléctrico, incluyendo a cientos de chavistas. ¡Qué pobreza de espíritu! Cualquier líder que medianamente lo sea, habría hecho un discurso de unión nacional en lugar de uno que ahonde en el odio y la división.
Los camaradas del Psuv deberían leer el mensaje que significó el crecimiento de Capriles entre el 7 de octubre y el 14 de abril – apenas 6 meses y unos días – en sectores populares que Chávez ganaba holgadamente. Y cómo ratificó ser la primera fuerza en zonas residenciales de la clase media y de los trabajadores petroleros de Anzoátegui y Zulia y de las empresas básicas asentadas en el Estado Bolívar. ¿Van a seguir ignorando a media Venezuela como los fascistas han hecho a través de la historia con inmensos sectores de sus naciones?
Capriles, en cambio, nunca ignoró a la mitad de la Venezuela que votaba por Chávez. Ni en la campaña, ni antes, ni la noche del 14-A. No solo admite que existen sino que reconoce su legitimidad. Y sabe que ganando no se podía gobernar sin incluirlos y tomar en cuenta. A menos que se desee profundizar en la división que hace inviable que nuestra patria progrese.
Pues bien, “por ahora”, aquí nadie se rinde. Hay un primer escalón en la lucha cívica que adelantamos: la auditoría del proceso electoral del 14-A. Y la denuncia de abuso de poder, el uso corrupto de los dineros públicos, el ventajismo en el uso de las instituciones. El uso del miedo para impedir el voto a conciencia. Pero la lucha tiene otros escenarios: los derechos laborales, la lucha por la soberanía nacional tan gravemente vulnerada, la lucha contra la destrucción de la industria nacional y el agro; la lucha por los derechos sociales del pueblo pobre. La lucha por empleos de calidad y productivos en lugar de la precariedad en que trabajan o sobreviven millones de sub-empleados. Esa lucha social y política no aceptará ser criminalizada con los típicos argumentos fascistoides de la “desestabilización” con el cual estos burócratas que alardean de revolucionarios tratan de disfrazar su incapacidad y su corrupción. ¡Vamos, pues, a continuar luchando por Lara y por Venezuela!