La tensión en una mesa
no la soporta cualquiera,
la presión es tan intensa
como la de una trinchera,
donde el soldado espera
alguna bala certera
que le trae la muerte artera.
Allí no se juega la vida
pero sí, el destino de la nación,
cuando la máquina se activa
desata, esperanza o perdición,
Esperanza o perdición
que las decide un botón,
cuando quien hizo la presión
no usa bien la razón.
No usa bien la razón
pues, talvez fue engañado,
tiene los ojos
vendados
y labra su perdición.