El nuevo Presidente de la República, Nicolás Maduro, con apenas el 1,59 de ventaja sobre Capriles, en una elección cuestionada por la mitad de los venezolanos, que apoyan al líder de la Alternativa Democrática, tendrá que enfrentar la resistencia de millones de ciudadanos que buscan un rumbo democrático y de progreso para el país y en particular para la población que durante 14 años creyó que el Presidente Chávez administraría miles de millones de dólares que ingresaban anualmente al Tesoro Nacional, para resolver los problemas más graves que por décadas vienen afectando la salud y la vida de los más pobres. Antes de morir Chávez lo nombró a dedo como heredero para que continuara su obra apoyada en políticas económicas y sociales equivocadas, y en los primeros 100 días del ejercicio ilegal de la Presidencia, decretó 2 devaluaciones y agravó el alto costo de la vida, que de continuar con las mismas políticas obsoletas en el mundo, sumirá a millones de hombres y mujeres en la miseria y la inseguridad, a una condena a muerte a miles de jóvenes en la barriadas populares y otros sectores sociales de la población.
La esperanza que millones de venezolanos pusieron en manos de Hugo Chávez se desvaneció, no sólo por las políticas equivocadas y fracasadas en otros países, que el Jefe del Estado trató de aplicar infructuosamente, sino también por la incapacidad de su heredero y del equipo de gobierno que nombró y recicló en esos 14 años al frente de la Administración Pública.
Miles de obras que Hugo Chávez decretó en sus programas de Aló Presidente, no fueron ejecutadas o solamente fueron iniciadas, sin que ministros y otros altos funcionarios encargados de materializarlas, hayan rendido cuentas siquiera a su dócil Asamblea Nacional. El pueblo, incluyendo a millones de chavistas, sospecha que se robaron gran parte del dinero destinado a dichas obras, por lo que el nuevo Presidente, corresponsable de los problemas de la población, se encontrará con un tremendo desastre.
Para que Nicolás Maduro tenga éxito como Jefe de Estado tendría que cambiar las políticas económicas y sociales fundamentales: recuperar zonas industriales destruidas y una agricultura colapsada; liquidar el hampa que se ha apoderado de las calles y barrios populares; reconstruir hospitales y escuelas abandonadas, carreteras y autopistas intransitables; devolver a sus dueños las propiedades privadas confiscadas; acabar con los apagones en todas la ciudades, en un tiempo prudencial; recuperar el valor adquisitivo de nuestra moneda para reducir alto costo de la vida.
La mayoría de los venezolanos, e incluyendo a los centenares de miles de chavistas que votaron por Henrique Capriles, expresaron con sus votos que el país requiere un cambio de rumbo, hacia el perfeccionamiento de la democracia, tal como lo establece la Constitución Nacional Bolivariana, y hacia un previsible futuro de progreso y reconciliación de los ciudadanos. Como lo afirmó el candidato de la Unidad Nacional, Henrique Capriles Radonski, el 14 de Abril se debería haber enterrado el odio, y desde el 15 deberíamos celebrar el triunfo de todos los demócratas del país.
Venezuela debe inaugurar una nueva manera de gobernar, en la que no haya discriminación por pensar distinto al Jefe del Estado, en la que se respete la independencia de las instituciones y los gobernantes estén al servicio de la población y no ésta al servicio de funcionarios electos o nombrados, que generalmente son transitorios, para lo cual se tiene que ejecutar un cambio de políticas, que por lo manifestado por Maduro, por ahora, no parece inclinado a realizarlo.
14 años de gobierno durante los cuales sólo se beneficiaron los grandes oportunistas, que utilizaron sus nexos con Hugo Chávez, quien manejó a su antojo un Presupuesto paralelo, parece que han sido suficientes para que el pueblo chavista termine de comprender que fue manipulado, engañado, con pequeñas ayudas que no contribuyeron a resolver sus problemas de empleo, seguridad social y progreso personal y familiar. Lo único, reconocido como de interés social es la entrega de algunas viviendas a última hora, pero sin título de propiedad, por lo que Henrique Capriles en plena campaña electoral prometió que de salir electo se los entregaría, para que tuvieran un patrimonio familiar, pudieran dejarla en herencia a sus hijos y hasta hipotecarla para realizar alguna actividad empresarial que les permitiera mejorar sus ingresos y su nivel de vida.
Y aunque a la mayoría de los presidentes electos se les ha dado un plazo de 100 días para conocer sus políticas fundamentales, Nicolás Maduro ejerció más 100 días como Presidente (Encargado e Ilegítimo) ha empezado su mandato cuestionado por la oposición, y prospere o no la solicitud de contar todas las mesas de votación, todo indica que esos días transcurrirán en prolongados enfrentamientos, protagonizados por un líder victorioso políticamente como Henrique Capriles, respaldado por un pueblo que se considera ganador, y un Presidente proclamado precipitadamente como Nicolás Maduro, apoyado por un CNE que se niega a contar todas las mesas de votación, aumentando las sospechas de que se coludieron para dar un Golpe de Estado por vía electoral. Amanecerá y veremos.
#Opinión: El nuevo rumbo Autor: Juan Páez Ávila
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