#Opinión: El desmoronamiento Autor:Rafael Garcia Hernandez

Al momento de escribir estas notas retumban aún en mis oídos los cacerolazos de protesta de los venezolanos descontentos con los resultados de las elecciones anunciados por el CNE, atribuyéndole la victoria al candidato del oficialismo y la negativa de éste a recontar los votos.
Si bien los analistas políticos venían hablando de la tendencia in crescendo hacia la polarización o radicalización del pueblo venezolano, en dos grandes bloques, donde el que representaba los votos a favor del gobierno superaba casi siempre al opositor en el ámbito nacional, el resultado del recientemente concluido proceso eleccionarionos viene a revelar el inmenso ascenso de la corriente opositora hasta equipararse al otro bloque, disputándole así la mayoría del electorado.
A mi entender, ello constituye el inicio del desmoronamiento definitivo que más temprano que tarde habrá de enterrar, a Dios gracias, el sistema socialista a la cubana, que se nos ha tratado de imponer a la fuerza, signado por una gestión de gobierno que ya supera los catorce años y cuyos resultados en casi todos los ámbitos han sido nefastos para el país.
El panorama político se nos presenta ahora con una fuerza que ha logrado aglutinar en un solo bloque, el descontento de amplios grupos de ciudadanos pertenecientes a los diferentes estratos sociales. Una amalgama de vastos sectores involucrados en una u otra forma, en la lucha por la democracia y la libertad, con la firme decisión de encaminar el país por un verdadero sendero de progreso y bienestar en aras de un mejor futuro para nuestros hijos, consciente como estamos que ello sólo será posible rescatando la patria de la camarilla comunista que hoy detenta abusivamente y con dudosa legitimidad el poder.
Es obvio que el candidato elegido por el difunto presidente no dio la talla en la recién terminada batalla electoral, quizás por cuanto se limitó a morar bajo su sombra, lo cual le restó total autenticidad. Además contribuyó a su pírrica y cuestionada victoria el haber centrado su campaña en ofrecer más de lo mismo, de eso mismo de lo cual el pueblo está cansado, de este sistema de gobierno de promesas incumplidas y proyectos frustrados, de la inseguridad que copa casi todos los espacios, del irrespeto a la ley, de la inflación que cada día galopa más sobre el presupuesto familiar, del abuso de poder, de la corrupción que se refocila en los dineros de nuestro petróleo, del cultivo de la violencia como forma de amedrentamiento del oponente y hasta del escatológico lenguaje que deliberadamente manejan los líderes de ese mal llamado proceso revolucionario para tratar de descalificar a quienes no comulgan con su forma de pensar y actuar, y a todos esos otros siniestros recursos a que han apelado durante tres lustros para aposentar al país en un sistema fracasado, a la saga de otros países latinoamericanos, como Chile, Perú, Colombia, que sin disponer de nuestras riquezas naturales se encaminan decididamente hacia el despegue como economías florecientes en beneficio de sus pueblos.
Cierro de este artículo con una honda preocupación por el enrarecimiento del clima político, los intentos del oficialismo con acabar con los restos de democracia que aún quedan y la desafiante expresión del elegido de convertirse en un autócrata más, de los tanto que en esta tierra han sido; hechos estos que más bien habrán de contribuir al desmoronamiento del favor del pueblo hacia el oficialismo, y que indudablemente erizarán la paz ciudadana. Dios salve a Venezuela.