#14-A: Pretendieron multiplicar los votos sobre un pueblo extenuado y la aventura culmina en una cifra insostenible. Un hombre dilapida un legado en treinta días y protagoniza una fuga indetenible de seguidores. Su liderazgo se convierte en un mientras tanto, un machuque político, un placebo para el oficialismo. “Con Chávez y Maduro el pueblo está seguro”. (¿?) Nicolás Maduro es el antídoto perfecto. Es la garantía del derrumbe. Con él se agota el gobierno del desamparo, los días de puertas cerradas y sin salidas.
Abril 2013: la épica de Capriles frente al folletín de Maduro. La epopeya frente al cómic, la hazaña frente a la crónica artificial.
La estadística no miente. Maduro deja un proyecto político al nivel del epílogo.
El hombre invencible, el único, el supremo, sucumbe a la metáfora de los cuerpos comunes. Los proyectos políticos imitan la finitud de la carne.
Chávez fue convertido en una partícula lingüística. Un verbo fantasmal que convenció muy poco.
La mentira es terrorismo y no sabe pactar. No es una victoria de mierda: es una victoria de epitafio.
El fraude es complacer a un difunto. Un juramento roto. Un te lo juro que se llevó a miles.
El voto militar es el catarro de la democracia. Primero de muchos asuntos que el futuro tendrá que corregir.
El gobernante espurio forjó una nueva mayoría. Esa es la única tendencia irreversible.
La celebración del fracaso es el peor de los lutos. El más amargo de los llantos. El más duro de los castigos.
Una campaña sombría deja un gobierno de fantasmas. Una cúpula de espectros eclipsados bajo la sombra de un extinto.
Sí, éramos 12 millones de ojos abiertos. Ahora somos más.
El tricolor es el territorio jamás robado. Es el estandarte que persiste. No es la gorra de Capriles. Es el símbolo del nosotros.
Damos un paso más con la conciencia despierta. Venezuela somos todos. Caminamos hacia la patria que seremos.
La esperanza no es un número. La multitud es la certeza.
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El adiós anuncia un nuevo comienzo. El sistema se desmorona y el oficialismo deberá acostumbrarse muy pronto al desarraigo. El triunfo no es solo electoral, es decisión. “Aquí no hay pueblo derrotado».
El país tiene pellejo y lo está dejando.
Te lo juro.
